Hace dos años atrás, Aaron Judge parecía destinado a convertirse en la nueva cara de las Grandes Ligas.
Sus 52 cuadrangulares como novato, su carisma y el hecho de jugar para el equipo más emblemático de todo el béisbol, los New York Yankees, lo colocaban en camino para ser el sustituto mediático de Derek Jeter.
Era el líder indiscutible de aquel manojo de muchachos inexpertos que en el 2017 tomaron por asalto el mundo del béisbol y merecieron el apelativo de Baby Bombers.
Sin embargo, las lesiones limitaron a 112 partidos su tiempo de juego en el 2018 y su cifra de jonrones se redujo a 27, casi la mitad de los que disparó en su año de debutante.
Y nuevamente en el 2019 su salud lo traicionó en los comienzos de la campaña, al punto de participar solamente, hasta el domingo 18 de agosto, en 69 de los 126 encuentros disputados por los Yankees, con la consiguiente disminución de sus números.
Hoy ha perdido aquella presencia imponente en el plato y es simplemente uno más en la alineación, hecho del que quizás no nos damos cuenta por la gran temporada que ha tenido el equipo, que ostenta el mejor récord de ganados y perdidos de todo el béisbol.
Vamos a los números: el Juez tiene una línea ofensiva de .265 de average, .387 de promedio de embasamiento y .455 de slugging, con un OPS de .841.
Solamente ha sacado 12 pelotas del parque, la misma cantidad que Aaron Hicksen 59 juegos y el debutante Mike Tauchman en 71, por detrás de Gleyber Torres(29), Gary Sanchez (27), D.J. LeMahieu (21), Luke Voit (19), Gio Urshela (18) y Brett Gardner (17).
Asimismo, tiene 33 carreras impulsadas, menos que otros diez jugadores del equipo, algunos como Clint Frazier, Didi Gregorius y Hicks con menos partidos disputados.
En el 2017 tuvo .284-.422-.627, con OPS de 1.049 y el año pasado fue de .278-.392-.528, con OPS de .919.
¿A dónde entonces se fue el “Juez”?
El jardinero derecho de Nueva York ha cambiado definitivamente —y para mal— su forma de bateo.
Mientras que en sus dos primeros años utilizó todo el terreno para sus conexiones, ahora está tratando de dirigir la pelota solamente hacia la banda derecha.
De sus 79 vuelacercas entre 2017 y 2018, repartió 35 hacia la pradera izquierda, 13 por el jardín central y 31 por el derecho.
Sus 12 cuadrangulares de este año han sido, nueve por el RF y tres por el CF. Por la banda izquierda, su supuesta zona de mayor poder, cero.
El problema también es que ha bajado gradualmente el ángulo de lanzamiento de su swing, que de 15.8 en el 2017, se redujo a 12.4 en el 2018, hasta 9.8 esta campaña.
Por ello, al tratar de conectar por la izquierda, solamente consigue roletazos o líneas.
En lo que va de campaña, el Juez apenas logró dos elevados y 15 lineazos por el izquierdo, ninguno más allá de las cercas.
Sin embargo, sus batazos salen con mayor velocidad que nunca, a un promedio de 98 millas por hora, líder de todas las Grandes Ligas, casi cuatro MPH más que Christian Yelich, quien ocupa el segundo lugar.
En el 2017, la velocidad promedio de sus conexiones fue de 94.9 MPH y de 94.7 en el 2018.
La pregunta es ¿de qué le ha valido darle más duro a la pelota, si ello no se ha traducido en efectividad?
¿A dónde se nos ha ido el Juez, aquel que tenía su corte detrás de las cercas del jardín derecho del Yankee Stadium?
Ya con 27 años, aquella prometedora carrera que parecía dirigirse inequívocamente hacia Cooperstown se ha ido diluyendo gradualmente, sin mucho ruido, a la sombra de las nuevas estrellas de los Baby Bombers.
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