Los Atléticos de Oakland popularizaron el Moneyball a comienzos del siglo 20, aplicando premisas básicas como explotar los boletos, jamás tocar la bola y nunca robar bases. Pero el dominicano Starling Marte le ha dado un giro inesperado a una franquicia que sigue creyendo en la sabermetría. Y lo ha hecho, claro, a toda velocidad.
Menos de dos meses le han bastado a Marte para convertirse el primer velocista con permiso para correr en la era como ejecutivo de Billy Beane. Aunque su éxito pudiera, paradójicamente, sugerir que el nuevo análisis tenía razón. Una vez más.
El patrullero está en camino a convertirse en el primer miembro de los A’s que consigue el liderato absoluto entre los estafadores de las Grandes Ligas, desde los tiempos de Rickey Henderson.
Fue Henderson un ícono de la franquicia, antes del ascenso de Beane a la gerencia general, y su nombre persiste como el más notable robador de todos los tiempos.
La cosecha del quisqueyano ya es histórica. Hace días se convirtió en el primer bigleaguer con al menos 20 estafas tanto en la Liga Nacional como en la Americana en un mismo torneo.
La llegada de Marte a la Costa Oeste, el 28 de julio, coincidió con el plot twist que hizo de su equipo uno de los más calientes en la MLB.
La tropa de Bob Melvin sobrevivía al ímpetu de los Astros de Houston gracias a la mediocridad de una división sin otros grandes aspirantes. A partir de julio, no obstante, aparece entre los mejores tanto en pitcheo como en bateo colectivo, en parte gracias al nativo de Santo Domingo.
Porque Marte es más que un par de piernas moviéndose con vertiginosa rapidez, a despecho de los contrarios.
Su alcance y buen guante en el centerfield estabilizaron la defensa de los californianos, en auxilio de los lanzadores. Su consistencia con el madero le ha llevado a embasarse mucho, pero también a dar extrabases. Por eso sus promedios globales en 2021 son notables: tiene .319/.396/.463.
Son los robos lo que más le diferencian de todos sus colegas, sin embargo.
Marte llegó al fin de semana con 42 almohadillas escamoteadas. Aventaja por 4 a Whit Merryfield, de los Reales de Kansas City. Solo le han puesto out 3 veces en más de 4 meses de acción. Y en Oakland ha estado perfecto. Ha salido 20 veces y 20 veces ha llegado a salvo.
Una cuarta parte de los 79 robos de los Atléticos le pertenecen, a pesar de haber jugado con ellos durante poco más de cinco semanas.
Los Marlins de Miami lo cedieron cuando bajaron los brazos en el Este de la Nacional. Por él entregaron al monticulista venezolano Jesús Luzardo, uno de los jóvenes con más talento en el beisbol. Fue uno de los botines más preciosos y menos promocionados en los cambios de julio. También ha sido uno de los más productivos. Desde que estrenó nuevos colores, batea para .343/.378/.485.
Beane, ahora presidente de los paquidermos, ordenó a sus coaches «amarrar» de las bases a sus corredores cuando asumió hace dos décadas la gerencia general. La sabermetría ya le había demostrado que incluso un porcentaje de éxito que ronde 65 por ciento termina siendo perjudicial para el equipo a la ofensiva. Conviene más esperar los boletos y batazos, que entregarle al contrario un tercio de tus corredores en circulación.
Pero es distinto cuando el éxito está prácticamente garantizado. Marte llega safe en 9 de cada 10 chances, incluso más. Si contáramos como turnos fallados los outs en intentos de robo y le agregáramos una base alcanzada por cada birla, su porcentaje de embasado con las A’s seguiría siendo .378 y su slugging pasaría de .485 a .594, una barbaridad, para un primer bate. Exactamente lo que pasaba con Henderson.
Sus 10 dobletes en Oakland serían 30, desde esa lógica, y 62 en total si sumamos su producción en Miami, también. Así, por supuesto, sí que vale la velocidad como herramienta de ataque.
Con tan bajo riesgo y tan elevadas posibilidades de causar daño a los contrarios, Marte se ha convertido en un corredor letal para los otros. Está llevando a los Atléticos a los playoffs, a toda carrera. Y eso es algo que celebra el Moneyball.
Por Ignacio Serrano
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