miércoles, 11 de diciembre de 2024

Premio a la constancia por Héctor Artiles

El premio a la constancia

Cuando el niño Blanco llega a la parroquia San José el clima le anuncia que ha llegado a un lugar más agradable que su cálida <Barlovia>.
Se vino con su mamá siguiendo el rastro de su tía Marcolina; una negra templada con mucha disciplina, carácter fuerte, pero con un corazón pletórico de dulzura y amor.
Sabiendo la tía Marcolina que su sobrino Dámaso había dejado los estudios por la inminente mudanza a la Capital, le había gestionado un trabajito cerca de la casa en el garaje donde guardaban los autobuses de la línea San José.
Sabía Marcolina que aquel trabajito maquillando los buses era temporal, y que una vez comenzara en el colegio debía ubicarlo dentro del sistema educativo que funcionaba en la Caracas de entonces y complementar la formación adecuada del muchacho en pleno desarrollo. 
El tiempo encamina al joven Blanco dentro de las dos actividades, la escolar y la deportiva.  Así llega a la juventud como un destacado beisbolista.  Esta dinámica lo coloca en el lugar donde lo vemos por primera vez jugando con el equipo Intendencia Naval.
En la organización deportiva se va a unir a otros talentosos jóvenes en igual condiciones que él.  Así comienza a labrar su futuro dentro del beisbol.  
Cesar Tovar y Luis Peñalver, José Manuel Tovar, Williams Troconis, Raúl Landaeta, Ignacio Flores; son otros muchachos que conocemos en 1958 jugando en el estadio de beisbol del Banco Obrero en Coche. 
El talento de Blanco es reconocido, lo seleccionan para asistir a los Juegos Panamericanos de la máxima categoría aficionada a realizarse en agosto del año 1959 en Chicago.
Dámaso junto a otras figuras destacadas del país se coloca la casaca <Vinotinto>, en lo que iba a ser una dilatada carrera en el mundo del beisbol.
En la justa panamericana otros destacan por encima del grupo que conforman el equipo de Venezuela; Dámaso cumple a cabalidad su función, y así será siempre en las diferentes categorías del beisbol.
Una vez que retorna de los Juegos Panamericanos firma para jugar beisbol profesional con la divisa Licoreros de Pampero. 
La primera vez que vi a Dámaso Blanco jugar en el beisbol profesional fue en los estertores del equipo licorero.  
Algunos de sus compañeros esa vez fueron: Dionisio Acosta, Graciano Ravelo, José Ovalles, Aquiles Gómez, Freddy Rivero, Bob Belinsky, Elio Chacón, Carlos Escobar.
Cuando los Tiburones de La Guaira aparecen en escena sustituyendo a Pampero yo me anoto en la lista; <el Negrito> Blanco hace lo propio convirtiéndose en el primer antesalista en la historia de la franquicia de Tiburones.
Aquel miércoles 31 de octubre de 1962; Dámaso juega impecablemente la esquina caliente.  Participa en siete lances; algunos más espectaculares que otros, batea de 5-2 y de paso se roba el home aprovechando un descuido del receptor.
Desde las temporadas: 1963-64 hasta 1967-68, se uniforma con los Leones de la capital.  Nuevamente Dámaso se convierte en pieza fundamental de un equipo, completando una de las mejores defensivas en la historia de la divisa capitalina.  
Dámaso a pesar de no aportar mucho a la ofensiva no tenía sustituto a la hora de defender la tercera base, además le acompañan grandes figuras y su inseparable goma de mascar. 
Después de incontables esfuerzos en el beisbol de los Estados Unidos donde además debe luchar contra el infame problema racial, este pequeño gladiador logra su meta en el mejor beisbol del mundo, cuando es llamado a formar parte del equipo Grande de los Gigantes de San Francisco.  
Como un premio a su constancia termina por cristalizar su sueño de ser un ligamayorista; se uniforma de Gigante en tres temporadas seguidas, conformando la panoplia que encabezan: Willie Mays, Juan Marichal, Willie McCovey, Bobby Bonds, Dave Kingman, Jim Ray Hart, Tito Fuentes, John Montefusco.
Una de las más espectaculares jugadas que vimos hacer a Dámaso fue un día que haciendo un globo gigante con su goma de mascar, le soltaron un trueno entre tercera y "shorstop"; Dámaso se lanzó de cabeza, tomó la pelota, explotó el chicle, se paró y lanzó a primera para completar una rarísima e impresionante jugada llena de malabarismo.
Una vez cumplido su ciclo de vida con Leones se muda a Valencia para uniformarse de magallanero.  
Allí como jugador activo logra ser campeón nacional y del caribe en la temporada de 1969- 1970.
Con el Magallanes completa su carrera en lo que respecta a sus galardones.  
En esa etapa simultáneamente hace de profesor y alumno de post grado.  Allí consigue un material adecuado que alimenta su vivencias y conocimiento del juego, puede analizar en profundidad las complejidades de un deporte viendo a jugadores de diferentes características, edades, estatus y formación espiritual.  
Esto le sirve de manera determinante para incursionar en lo que sería su última actividad relacionada con el beisbol.  
Dámaso con el profundo conocimiento de su profesión y la valentía que siempre lo acompaña incursiona en el mundo del periodismo. 
Valiendose de su simpatía y don de gente que le enseñaron su mamá y la tía Marcolina se convierte en excelente comentarista de béisbol en radio y televisión.
El muchachito de Barlovento es un autodidacta nato.  Todo lo que va aprendiendo lo perfecciona de inmediato y le da su toque personal.  Esto a la larga moldea la figura que lo distingue rápidamente en el espectro de la televisión.
Dámaso Blanco disfruta hoy del esfuerzo y constancia que siempre le acompañaron desde que se vino de <Barlovia> para ser diferente y lo logró.  
No hay dudas: es diferente y gran exponente de su raza lo que lo engrandece aún más.  
Nuevamente, la realidad se impone a la fantasía y nuestro estimado amigo lo confirma.
El deporte sin los negros, es un fastidio.

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