Hablar de béisbol no es solo hablar de un juego o un deporte; es también hacerlo de una cultura que, como tal, integra diversos elementos. Entre ellos se encuentra el coleccionismo deportivo, cuya variante más emblemática, popularizada tras la conversión del béisbol en deporte profesional, es el coleccionismo de cromos: un pasatiempo que apasiona a niños y adultos por la posibilidad de tener a sus jugadores y equipos favoritos, a menudo simplemente por diversión, pero en ocasiones también por la quimera de vender la colección en el futuro y amasar una fortuna. Aunque esto último ha demostrado ser a todas luces inalcanzable, el cromo de béisbol es desde hace más de medio siglo un negocio en sí mismo. Si bien actualmente su situación es estable, con decenas de colecciones lanzadas cada año y un público reducido pero fiel, si uno echa la vista al pasado puede ver cómo ha cambiado el hobby desde que las primeras cartas surgieran como estrategia publicitaria, y cómo los eventos históricos de la primera mitad del siglo XX afectaron a su desarrollo.
Origen y primeras colecciones: las cigarette cards.
Originalmente los cromos de béisbol aparecieron como tarjetas que algunas empresas utilizaban para promocionar sus negocios, de forma similar a las tarjetas de visita. La primera en distribuirlas, en 1868, fue Peck & Snyder, fabricante de equipamiento de béisbol en cuyas tarjetas aparecían fotos de distintos equipos. Casi dos décadas después los fabricantes de tabaco empezaron a incluir tarjetas dentro de sus paquetes con la intención de proporcionar rigidez y mantener la forma de los cigarrillos, a la vez que buscaban una ventaja competitiva frente a los otros fabricantes.
De esta forma se crearon colecciones tan icónicas como la de Allen & Ginter (1886), que constaba de 50 cromos, incluyendo entre ellos a 10 jugadores de béisbol; o la de Gypsy Queen (1887), con 129 cromos, producida por Goodwin & Co., considerado el primer gran fabricante de tarjetas de béisbol coleccionables. Old Judge, otra de las marcas más notables de Goodwin & Co., incluyó de 1887 a 1890 una colección que contó con la aparición de más de 500 jugadores, cada uno de ellos con varios cromos en los que se mostraban con distintas poses, dando lugar a tal número de tarjetas que en los últimos años han seguido apareciendo algunas cuya existencia era desconocida.
La fusión en 1890 de cinco fabricantes de tabaco norteamericanos, entre ellos Allen & Ginter y Goodwin & Co., para formar la American Tobacco Company, disminuyó la competencia y la necesidad de utilizar los cromos como reclamo, dado que producían cerca del 90% de los cigarrillos. Además, durante los siguientes veinte años, la compañía absorbió alrededor de 250 competidores. Por esta razón se redujo la producción de tarjetas en la última década del siglo XIX, cuya colección más destacada es la Mayo Cut Plug (1896), de Mayo Tobacco Works, con la presencia de 40 jugadores.
Ya entrados en el siglo XX, la American Tobacco Company decidió incluir cromos de béisbol en sus paquetes de cigarrillos. De este modo, a través de 16 de sus marcas, esta compañía produjo entre 1909 y 1911 una de las colecciones más conocidas y valiosas, pero también la más falsificada: la T206, con 524 cartas, incluyendo la de Honus Wagner, la más valiosa en el mundo, con un estatus casi mítico. Sin embargo, en 1907 la American Tobacco Company había sido acusada de violar la Ley Sherman Antitrust, redactada en 1890 para limitar los monopolios. En 1911 la Corte Suprema de los Estados Unidos ordenó la disolución del holding, lo que motivó la reaparición de la competencia también en los cromos de béisbol.
A pesar de ser artículos promocionales y de tener su público objetivo en adultos, la realidad es que los niños eran los más interesados en obtener las tarjetas de sus jugadores favoritos, por lo que no era raro verlos pidiendo los cromos a los adultos que salían de las tiendas con su paquete recién comprado; algunos niños incluso llegaban a comprar cajetillas para sacar la tarjeta y revender luego los cigarrillos. Este hecho no pasó inadvertido para algunas compañías de caramelos, como la American Caramel Company, cuya colección distribuida entre 1909 y 1911 incluye la que muchos consideran la carta de rookie oficial de «Shoeless» Joe Jackson. Durante 1914 y 1915, Rueckheim Bros. & Eckstein, posteriormente llamada The Cracker Jack Company, también aprovechó el interés de los niños para lanzar su colección.
La Era Moderna del cromo de béisbol.
Los años veinte pasaron sin una gran producción de tarjetas de béisbol, puesto que durante este periodo la economía de los Estados Unidos se encontraba en un estado de transición, alejándose lentamente de la producción para la Primera Guerra Mundial. La American Caramel Company volvió a distribuir cromos en 1922 y 1923, pero hubo una interrupción de la producción hasta 1927, cuando fabricantes como York Caramel se sumaron al negocio de las cartas promocionales. Sin embargo, poco después llegó la Gran Depresión y, aunque pocas empresas incorporaban tarjetas a sus productos, contra todo pronóstico este periodo vio nacer el hobby, la Era Moderna de los cromos de béisbol, de la mano de Goudey Gum Company.
En 1933, Goudey Gum Company fue el primer fabricante de chicles que incluyó cromos de béisbol con cada paquete con el fin de atraer a un mercado más joven. Los dorsos mostraban información biográfica sobre los jugadores y en la colección destaca la presencia de cuatro tarjetas de Babe Ruth, cuyos precios de venta en perfecto estado de conservación han llegado a alcanzar los 190000$.
Goudey siguió lanzando colecciones con sus chicles hasta 1941, pero los cromos no volverían a ser producidos en grandes cantidades hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando otras compañías de chicles, principalmente Bowman Gum y Leaf Candy Company tomaron el relevo de Goudey en 1948. Topps Gum Company, en el mismo año, introdujo su colección Magic Photos, que consistía en cromos de distintos deportes y personajes notables totalmente blancos cuyas imágenes aparecían al exponerlos a la luz. En 1950 Leaf se retiró de la producción de cromos, por lo que Bowman fue el principal productor hasta 1952, año en que Topps editó su colección 1952 Topps Baseball, continuada anualmente hasta la actualidad.
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