Por Andrés Pascual
Escrita en julio 12, 2012
De todos los jugadores convictos de usar sustancias químicas, es a Alex Rodríguez al único que nadie toca ni con el pétalo de una rosa, lo mismo para la prensa que para el público, el tipo pasa como si nunca hubiera delinquido, por lo que el desborde de adulonerías se mantiene igual que antes de sorprenderlo en la base pecadora.
Hasta premios especiales y homenajes le han regalado como para hacerle ver a todo el mundo que lo que hizo no cuenta. El llamado Salón de la Fama del Beisbol Latino de República Dominicana, que manejan Roberto Weill y Rafael Avila sr, es una de las entidades que prefirió arriesgar su moral y su credibilidad (y perderlas) antes que tomar lugar al lado de la decencia con respecto al pelotero.
No tengo dudas de que la “generación perdida” del beisbol estará en Cooperstown y solo van a dejar afuera a Palmeiro y a Canseco por cubanos que no se hicieron en la isla cautiva ni son exponentes de “lo que somos se lo agradecemos a Fidel”.
Por la influencia de muchos dueños con el Comisionado, amigos, socios y admiradores de las figuras de la tiranía cubana, posiblemente un día impongan a Omar Linares bajo un capítulo especialmente creado al efecto. Como están las cosas no lo dudo.
El salario de Alex Rodríguez no fue una monstruosidad, sino una estúpida ridiculez, ¿A quién se le hubiera ocurrido darle la cantidad que le dieron en un multianual? Según se cuenta, a alguien que le “corrieron una máquina” y se montó, después, lo de los Yanquis al elevarlo y extenderlo no tuvo nombre; pero, en la franquicia rayada, desde hace 40 años, muy pocas cosas lo tienen.
Las últimas 3 temporadas de Alex no han sido malas, incluso diría que han sido buenas si no ganara lo que gana y con tanto tiempo de trabajo asegurado.
Cualquiera de los números de las tres campañas pasadas del neoyorquino pudieran asegurarle el Novato del Año a un recluta, incluso un aumento sustancial de salario a otro por su contribución al éxito del club, pero hablo de gente común y corriente, no de Alex Rodríguez.
El artillero tiene 36 años y ya asoma su feo hocico la baja acelerada de su curva de rendimiento.
En esas últimas 3 temporads ni ha coqueteado con los .300 (.286 .270 .276) y este va con .268, sin embargo, empató con Gehrig en jonrones con bases llenas con 23.
Alex Rodríguez ha cumplido su cometido como jugador franquicia para el club, porque la gente que lo sigue, que no debe tener hígado por las decepciones casi a diario, no le tienen en cuenta su falta de decisión ante los momentos que lo ameritan, sencillamente, no ha bateado con los Yanquis bajo presión, pero sus números fueron impresionantes, buenos para seguir amasando números no dignos de Cooperstown, sino mejores que los del 75 % de los que están allí.
El problema es que, si bien esos números son dignos, el nombre de Alex Rodríguez no corre igual suerte.
Para los Yankees, en una encrucijada ante la baja sensible de la producción del antesalista, se va a presentar pronto el dolor de cabeza de tener que regalarle una montaña de dólares a un jugador que no hace nada por obtenerlos.
Sin embargo, en los anales del beisbol, bateadores del temperamento de Alex Rodríguez terminaron sus carreras con la oportunidad que no tuvieron durante mucho tiempo.
Cuando concluya, habrá otro momento peor para la prensa, consistente en ponerlo en Cooperstown con todo el mundo mirando.
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