viernes, 13 de mayo de 2022

Wade Boggs, la superstición de comer pollo

 

Fotografía de JOHN G. MABANGLO | AFP

POR Mari Montes

“Que ningún niño se quede sin una pelota”. Wade Boggs.

Quienes tenemos edad para haber visto a Wade Boggs desde su debut en las Grandes Ligas, podemos asegurar que daba gusto verlo, bateando o defendiendo la antesala. Por 18 temporadas un pelotero consistente, lo dejan claro sus números: Terminó su recorrido por las Grandes Ligas con 3.010 hits, promedio al bate de .328 y un porcentaje de embasado de .415. Se embasó en el 85 por cierto de los 2.432 juegos en los que apareció.

Debutó con los Medias Rojas de Boston en 1982, con 23 años de edad;  quedó tercero en la votación para el Premio al Novato del Año, detrás de Cal Ripken Jr. y Kent Hrbek; en la temporada siguiente ganó su primer Bate de Plata y en 1985 recibió su primera invitación al Juego de las Estrellas. En esos días, según cuenta la semblanza del sitio web del Salón de la Fama de Cooperstown, Ted Williams predijo: “Boggs es el bateador más inteligente que he visto. Los próximos cinco o seis años contarán la historia, pero si sigue como ahora, se convertirá en uno de los mejores bateadores de todos los tiempos”.

La sabiduría de Williams fue ratificada con números extraordinarios aquel 1985; bateó .368, fue el mejor promedio de su carrera y el más elevado para un jugador de los Medias Rojas desde que  el propio Ted Williams bateó .388 en 1957. Fue lider en las Grandes Ligas y sus 240 hits fueron la mayor cantidad en 55 años.

En 1986, el periodista John Kuenster de Baseball Digest, destacó aquel lineup demoledor que tuvieron los Medias Rojas: “El orden de bateo de los Medias Rojas puede ser increíble. Cuando un lanzador se enfrenta a una alineación que tiene del uno al siete, a Dwight Evans, Wade Boggs, Bill Buckner, Jim Rice, Don Baylor, Tony Armas y Rich Gedman, no se le puede culpar si se ve a sí mismo como un objetivo en una galería de tiro”.

Wade Boggs brilló con los Medias Rojas durante 11 temporadas (1982-92) y ganó cinco títulos de bateo, antes de jugar con los acérrimos rivales de Boston: Los Yankees de Nueva York, con quienes dejó average de .313, ganó 2 Guantes de Oro como antesalista en 1994 y 1995 y completó su participación en 12 Juegos de las Estrellas. Terminó su carrera como jugador activo en Tampa. Con las Mantarayas alcanzó el hit 3.mil, con ese uniforme se retiró en 1999, el año en el que fue firmado Miguel Cabrera. Teminó su cuenta definida en las Grandes Ligas con 3.010 imparables y Miguel Cabrera lo dejó atrás este miércoles.

La historia de Wade Boggs, más allá de lo que podemos encontrar en los portales de estadísticas, es otra demostración de que los jugadores de beisbol también son seres humanos, tienen habilidades superiores para jugar beisbol, pero fuera del campo, igual que cualquiera de nosotros, cometen errores, tienen debilidades, se caen, y se levantan.

Tienen una vida privada que muchas veces es expuesta por ser ellos los protagonistas. Viven situaciones igual que otros, pero ellos son centro de atención por lo que significan para el juego y para sus millones de fanáticos.

En un artículo biográfico de Steve West para la SABR (Sociedad Americana de Investigación de Beisbol), se recuerda un escándalo a propósito de una relación extra matrimonial que hizo pública: “El escándalo comenzó para la familia Boggs en 1988, cuando se reveló que Wade tuvo una aventura de cuatro años con una mujer llamada Margot Adams. Ella lo demandó por millones de dólares por pensión alimenticia y comenzó a contar su historia a cualquiera que la escuchara, incluida la revista Penthouse y el programa de televisión de Phil Donahue.” Contó detalles de sus viajes con los Medias Rojas y otras citas. . “Cuando estalló el escándalo en torno al equipo” continúa West,  “Boggs le contó todo a su esposa, Debbie. Fue su honestidad lo que hizo que ella quisiera que siguieran juntos. “Nunca tuve esa sensación (de querer dejarlo) por la forma en que Wade lo manejó. Teníamos un acuerdo de que él me contaría todo”. La demanda se resolvió fuera de los tribunales y Boggs siguió adelante. Sigue casado con Debbie, a quien conoció estudiando en la escuela secundaria.

Es un párrafo en una historia que tiene mucho más qué contar.

Es hijo de Winfield «Win» Boggs un infante de Marina durante la Segunda Guerra Mundial, casado con Susan Graham,  pilota de avión correo, con quien contrajo nupcias dos semanas después de terminada la guerra. Él permaneció en el ejército como piloto en la Fuerza Aérea durante la Guerra de Corea.  La pareja tuvo un hijo, Wayne,  una hija, Ann, y su tercer hijo, Wade Anthony Boggs, nació en Omaha, Nebraska, el 15 de junio de 1958.

Steve West cuenta que “Wade amaba la idea de estar en una familia militar y tener una rutina reglamentada todos los días. Esto es algo que se trasladaría a toda su carrera en el béisbol, en la que se hizo conocido por hacer cosas fijas, a horas fijas, todos los días antes de un juego.”

Wade Boggs comenzó a jugar beisbol en las Pequeñas Ligas. Su principal coach fue su papá, Win Boggs, quien se había retirado del ejército en 1967 y se mudó con la familia a Tampa, Florida, donde abrió un campamento de pesca. El día que entró a Cooperstown le dijo: «Tú me enseñaste el juego y me enseñaste a jugar bien».

En la escuela secundaria Henry B. Plant en Tampa, Wade jugaba béisbol y fútbol. Después de batear .522 en su tercer año, los cazatalentos comenzaron a verlo jugar y cambió de mariscal de campo a pateador en el equipo de fútbol para evitar lesiones. Debió decidir si aceptar una beca para jugar futbol universitario, o se jugador de beisbol profesional. Su elección fue el beisbol, firmó con los Medias Rojas.

Estuvo 6 temporadas en las Ligas Menores, desde 1976 hasta 1981. El 10 de abril de 1982 hizo el grado de grandeliga.

El resto de la historia se cuenta números, terminó en el Salón de la Fama de Cooperstown, donde entró con la gorra de los Medias Rojas.  Un buen detalle de su cuenta de imparables es que el primero cuyo hit 3 mil, fue un cuadrangular. Después le siguieron Derek Jeter y Alex Rodríguez. Inolvidable su recorrido de las bases y su beso al plato cuando terminó de dar la vuelta al cuadro.

Unos días antes de comenzar esa temporada, pude convesar con él unos miunutos, prefirió hablar de su expectativa con Tampa, lo a gusto que era para él jugar en esa ciudad, y evadió la respuesta sobre el hit 3 mil para lo que aun le faltaban varias decenas. Se limitó a decir que seguía trabajando igual, y que deseaba mantenerse sano. Boggs tenía sus cábalas.

La última línea de su placa en la galería de inmortales, dice:  «Legendario por sus supersticiones”.

Según West: “Numerosas historias hablan de sus diferentes supersticiones; usaba los mismos calcetines para todos los juegos,; dar 150 roletazos en la práctica cada día. Cada vez que bateaba dibujaba en la tierra la palabra judía “chai”, que significa buena suerte y vida, para desearse suerte”.

De todas, la superstición más conocida de Boggs era comer únicamente pollo antes de cada juego, lo que le hizo ganarse el apodo de «Chicken Man».

En su libro “Fowl Tips” , Boggs comparte varias recetas para preparar pollo. En sus redes sociales aparece muchas veces con sus trofeos de pesca.

En su discurso de inducción al Salón de la Fama reafirmó: “Créanme, tengo algunas supersticiones y funcionan”.

«Nuestras vidas no están determinadas por lo que nos sucede, sino cómo reaccionamos a lo que sucede» es una cita que refleja su experiencia.

Despido esta semblanza con sus palabras para la afición a la que dedicó sus mejores momentos: “Tengo un mensaje para los niños: La vida es acerca de los obstáculos, el esfuerzo no debe ser pasado ​​por alto».

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