EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano
¿Qué ha pasado con Carlos González? ¿Por qué un bateador en sus tempranos 30 ha visto drásticamente reducido su rendimiento, si al menos en la primera parte de ese bajón no cambió ninguna variable importante en la ecuación? ¿Está acabado el zuliano, que llegó a ser uno de los maderos venezolanos más peligrosos en las Grandes Ligas?
González fue campeón bate de la Liga Nacional en 2010, llegó a dar 40 jonrones en 2015 y empujó 100 carreras en 2016. Pasó de un OPS de .855 en esa última zafra a un pálido registro de .572 en 2019, cuando apenas pudo tomar 166 apariciones legales entre las que sumó con los Indios y los Cachorros.
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La mala experiencia del campeonato pasado podría achacarse a su salida del Coors Field. Mientras no batee con contundencia fuera de Denver, su hogar durante una década, la duda permanecerá, por más que haya explicaciones plausibles para razonar el contraste entre sus estadísticas en Colorado y en la carretera.
Ya antes hubo casos de toleteros de esa divisa que repartían cohetazos en su sede y sufrían afuera, jugadores que luego, al cambiar de uniforme, triunfaron en su nuevo destino. Matt Holliday es un ejemplo excelente, porque también fue un slugger, a quien casualmente enviaron a Oakland a cambio de CarGo.
Holliday también mostraba contrastes importantes en su feudo y como visitante mientras perteneció a los rocosos. La brecha solía ser de 100, a veces 200 puntos en el OPS, favorable a sus numeritos como forastero. Ya otras veces hemos escrito que los miembros de esa franquicia no la tienen fácil en los primeros días de cada gira, pues deben readaptarse al movimiento de los pitcheos contrarios, que quiebran mucho menos a 1.600 metros sobre el nivel que en escenarios más cerca de la cota marina.
Que los envíos se muevan menos en Denver es otra de las ventajas para quienes tienen el barquillo en las manos allá. Que se muevan más al ir, digamos, a San Diego o San Francisco, tiene que exigir, entonces, un lapso de adaptación.
González, sin embargo, no generó el interés que despertó Holliday en su momento, cuando le tocaba variar de aires, o puede que no haya encontrado el modo de cautivar a los potenciales compradores. Pasó todo el invierno boreal de 2017 sin un contrato, para terminar pactando a última hora con los propios Rockies, lo que implicó llegar muy tarde al Spring Training. De nuevo estuvo todo el invierno de 2018 sin saber dónde jugaría, para al final llegar a los Indios cuando los entrenamientos estaban por terminar.
Después de esa primera mala experiencia dejó promedios de .276/.329/.467, tras un inicio frío con el bate. Dio 16 bambinazos y puso .796 de OPS. Luego de la segunda cerró con .200/.289/.283, tan solo 3 tablazos de vuelta completa y ese OPS de .572 que ya aludíamos más arriba.
¿Cuánto pudo influir en su decadencia el que no pudiera alistarse a su ritmo, por haber firmado tarde? Él asegura que influyó mucho y en verdad empezó muy lento en cada caso; incluso en 2019 no llegó siquiera a despegar.
Aquí pareciera haber una responsabilidad clara de su agente Scott Boras, muy hábil para negociar mega contratos y menos diligente cuando se trata de veteranos como González o en su momento Francisco Rodríguez.
Esta vez sí llegó a la pretemporada cuando estaban abriendo las puertas de los campos. Así que se pondrá a prueba lo que él afirma. Y Boras tuvo la virtud de conseguirle un sitio donde la competencia es menor. En Seattle, apartando a Mallex Smith en el center, nada es seguro en el outfield. Con Mitch Haniger recuperándose de varias intervenciones quirúrgicas, los bosques exteriores serán para CarGo, Jake Fraley, Kyle Lewis o Braden Bishop (tres debutantes del torneo pasado; con talento, pero todavía en vías de consolidarse).
Ganar su lugar en el roster depende de González, que ya tiene 34 años de edad. Pero necesitará batear. Estará a prueba en los juegos de exhibición y todavía no está claro por qué perdió aquello que le llevó a ser parte del Juego de Estrellas. ¿Se debió a que empezó su decadencia antes de lo previsto? ¿O en efecto llegó sin estar bien preparado al desafío de las últimas zafras?
Esta primavera es distinta para el nativo de Maracaibo. Comenzó antes para él, como tanto quería. Pero podría también ser su última oportunidad para demostrar que puede ser protagonista en las Mayores. Deseémosle suerte.
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Columna publicada en ElNacional.com, el viernes 21 de febrero de 2019.
Ignacio Serrano
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