MARI MONTES
“Johnny Bench detrás del plato, Joe Morgan y David al rededor de segunda, y César Gerónimo en el jardín central. Esa línea de defensa habría impedido a Hitler invadir Francia”. Papá era un poco exagerado cuando hablaba de béisbol, pero así me decía lo que significaban para él. “La Gran Maquinaria Roja” de Cincinnati, contada por mi papá, parecía una leyenda mitológica. También estaban Tany Pérez y Pete Rose en las esquinas, y George Foster y Ken Griffey en los jardines izquierdo y derecho. Sparky Anderson era el manager de aquel engranaje perfecto que en 1975 protagonizó, con los Medias Rojas de Boston, uno de los mejores duelos de Serie Mundial de la historia.
En el Great American Ball Park de Cincinnati, hay una composición de mosaiquillos, en la que aparecen todos, y la leyenda dice que fue “la alineación más temible de su tiempo”.
“Little Joe” estuvo presente en 10 Juegos de las Estrellas, ganó 5 Guantes de Oro, 2 anillos de Serie Mundial y fue 2 veces el Jugador Más Valioso de la Liga Nacional. Hizo combinación al rededor de la intermedia con David Concepción. Cada vez que se hace una lista de las mejores parejas de campocorto y camarero de la historia, ellos son mencionados en la élite.
Cuando Morgan llegó a Cincinnati, Sparky Anderson le dijo: “Vas a jugar con el mejor campocorto”, y así fue. Esto lo contó Joe Morgan en la ceremonia de retiro del número “13” de David Concepción en los Rojos de Cincinnati, evento al que acudieron varios miembros de aquel equipo legendario.
Este lunes nos sorprendió con su partida. Tenía 77 años de edad. Hace apenas un año crucé saludos con él en el ascensor que conduce al palco de prensa del Progressive Field de Cleveland, a donde fue invitado por MLB. Un caballero afable y sencillo. Era una de mis barajitas más entrañables.
En este 2020 varios jugadores inmortales pasaron al Campo de Sueños: Al Kaline, Tom Seaver, Bob Gibson, Lou Brock, Whitey Ford y ahora Joe Morgan, dejaron escritas sus magníficas historias para el béisbol.
Su compañero Johnny Bench lo despidió con estas palabras en su cuenta de Twitter: “Joe no fue únicamente el mejor segunda base en la historia del béisbol, fue el mejor jugador que vi y una de las mejores personas que he conocido».
“Muy sentido por la muerte de mi amigo y compañero, esta mañana me llamó Tany Pérez desde Miami para darme la noticia. Todos nosotros sabíamos que estaba bastante enfermo, pero como era un hombre valiente y batallador, no demostraba su enfermedad que era bastante fuerte. Nosotros en la última reunión que tuvimos, en julio del año pasado en Cincinnati, por primera vez vi a Joe doblar las rodillas, y me dijo ‘ayúdame a sentarme en esta silla, David, y conversemos’. Me dijo unas palabras que me hicieron sentir bien”. La voz de David Concepción se quebró al recordarlo.
Joe Morgan le dijo entonces: “Menos mal que te conseguí a ti en la posición del short stop de los Rojos de Cincinnati, eso me ayudó a mí, a hacerme mejor pelotero”.
Entonces continúa: “Le hice las cosas muy fáciles a Joe, y yo también, agradecido de sus palabras, le agradecí haber jugado con él, que me haya enseñado a jugar el béisbol duro y fuerte, como se debe jugar. Lamento mucho que haya fallecido, por la ley de la edad no debió tocarle todavía, pero así es la vida, sabemos cuando nacemos pero no sabemos el día que nos vamos a ir de este mundo. Estoy bastante sentido y hablando contigo se me doblaron las piernas. Se fue uno de mis compañeros y ojalá si existe el más allá, nos podamos reunir de nuevo toda la Maquinaria Roja, un gran compañero y un gran amigo”.
El también Salón de la Fama Jim Palmer le rindió tributo con una descripción digna de un pítcher que tuvo que enfrentarlo: “Joe Morgan alimentó a la Maquinaria Roja… Libra por libra, posiblemente el mejor jugador que jamás haya jugado. ¡Qué suerte tuve de compartir nuestra inducción de Salón de la Fama, en 1990, con Joe”. Hace un tiempo, el 3 veces ganador del Cy Young describió un turno contra Morgan: “Sabía que si lo caminaba y se sentía bien, robaría la segunda, si se sentía realmente bien, robaría tercera, de modo que sería como batear un triple. Le lancé una recta baja y él conectó un jonrón».
En 1975, en aquella temporada en la que derrotaron a los Medias Rojas en 7 emocionantes desafíos, dijo Sparky Anderson: «Nunca he visto a nadie, y me refiero a nadie, jugar mejor de lo que Joe ha jugado este año».
Pertenecía a esa clase de seres humanos para quienes el béisbol significaba mucho más que un juego o un trabajo. Jugó a esos niveles de excelencia durante 22 campañas, porque amaba estar uniformado. Luego de su retiro la afición del béisbol siguió disfrutándolo como un sabio y sobrio comentarista en la cadena deportiva ESPN.
“No me veo como un Larry King ni como alguien que hace entrevistas que a veces se convierten en interrogatorios. Soy más un conversador, no hago preguntas duras”. Así obtenía valiosos testimonios de sus entrevistados. Los hacía sentir confortables y no hacía falta interrogarlos para obtener confesiones.
Aunque le tocaron años duros con el racismo, fue un convencido de que esa tara ya no existía en las Grandes Ligas y animaba a todos a jugar pelota.
“Existe la percepción entre los niños afroamericanos, de que no son bienvenidos aquí, que el béisbol no es para los niños del centro de la ciudad. No es cierto y odio que la percepción esté allá afuera”.
Buscando citas para esta semblanza, encontré esta, con la que cierro, porque más parece una poesía. Es una lección de bateo de Joe Morgan.
“Mira la pelota antes de golpearla. Déjala ir si está afuera. Si es una curva, debería bajar, así que golpéala arriba y en el centro.”
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