Por Joaquín Villamizar
Historias del diamante
Hoy continuaremos hablando sobre la vida profesional de uno de los mejores jugadores en la historia del beisbol, Roberto Clemente. Vamos a recordar un reportaje elaborado en 1964 por el periodista Juan Vené, actualmente muy controversial por sus opiniones acerca de algunos peloteros coterráneos, aunque eso no es óbice para desconocer su gran calidad como historiador del beisbol.
Historias del diamante
Hoy continuaremos hablando sobre la vida profesional de uno de los mejores jugadores en la historia del beisbol, Roberto Clemente. Vamos a recordar un reportaje elaborado en 1964 por el periodista Juan Vené, actualmente muy controversial por sus opiniones acerca de algunos peloteros coterráneos, aunque eso no es óbice para desconocer su gran calidad como historiador del beisbol.
Cuenta Vené:
“Roberto se sentía muy mal con ese resultado, porque trabajó más fuerte que nadie durante todo el año. ‘No quiero restarle méritos a ninguno de mis otros dos amigos y compañeros de equipo, pero creo que él merecía ganar’, dijo el segunda base Bill Mazeroski en los entrenamientos de 1961. Los reporteros norteamericanos escucharon a Clemente protestar por eso en un tono fuerte en numerosas ocasiones”.
Clemente alegaba que en esa época a los afroamericanos los trataban como ciudadanos de segunda y a los latinos de origen afroamericano como de tercera. Por eso el editor de La Esfera tituló la entrevista de Vené así: “Latinos son minorías dentro de las minorías”.
Dicen que ese coraje lo llevó Clemente a la campaña de 1961, cuando explotó y bateó para .351, lo que le dio el primero de sus cuatro títulos de bateo, con 23 jonrones y 89 empujadas, con 30 dobles y 10 triples. Además, encabezó a los outfielders con nada más y nada menos que 27 asistencias. Sin embargo, su equipo cayó al sexto lugar con marca de 75-79.
Phil Dorsey decía que su admiración por Clemente como persona superaba la que le tenía como excelso pelotero. Una vez, durante un invierno, Roberto invitó a su amigo a Puerto Rico y lo presentó como “su hermano de Pittsburgh”. Dorsey, contaba: “Inmediatamente que me bajé del avión, Roberto me dijo que le entregara la cartera y ahí era en donde yo tenía todo el dinero que cargaba. ¡No me dejó gastar un sólo centavo! Lo pagaba todo, me invitó y me llevó a todos lados con un gran placer. Desde luego, cuando regresé me devolvió la cartera”.
Uno de los rostros más adoloridos de Pittsburgh en enero de 1973 fue el de Phil Dorsey, que dijo: “El beisbol ha perdido a uno de los más grandes peloteros de la de la historia y yo he perdido al mejor amigo de mi vida”.
Dorsey y su familia estuvieron dos años sin ir al estadio de los Piratas de Pittsburgh después de ocurrida la tragedia que le robó la vida al boricua. Es historia, amigos.
Joaquín Villamizar
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