Claudio Rodríguez Otero
Aaron y Oh protagonizan un comercial de café enlatado japonés
El mundo del béisbol se vio conmocionado este viernes por el fallecimiento del legendario Henry “Hank” Aaron, no sólo uno de los mejores bateadores de todos los tiempos sino también, en palabras de quienes tuvieron la fortuna de conocerlo, una de las mejores personas que han jugado el deporte.
Su historia de éxito y superación personal en medio de una sociedad que lo rechazaba y limitaba al máximo sus libertades individuales simplemente por el color de su piel, es digna de estudiar, promover e imitar en todos los aspectos de la vida.
Su generosidad, además, lo convirtió en un embajador universal del béisbol y lo llevó a viajar por todo el planeta para promoverlo, incluyendo lugares tan lejanos como Corea del Sur y Japón, donde conoció y estableció una estrecha amistad con su par nipón, Sadaharu Oh.
Tal como Aaron, Oh fue fuertemente discriminado en su país por no ser cien por ciento japonés (su padre era chino) y eso no sólo le impidió representar a su selección en competencias internacionales sino que también limitó su fama y su nivel de popularidad con los fanáticos.
No obstante, Oh nunca se quejó del trato recibido sino que se enfocó en jugar el deporte al mejor nivel posible y eso lo llevó a convertirse no sólo en el mejor pelotero japonés de todos los tiempos sino también en un embajador universal del deporte.
Dentro de Japón, Nagashima es el jugador más popular de todos los tiempos
Dentro de Japón, el jugador más popular e idolatrado de todos los tiempos es Shigeo Nagashima, quien fue compañero de equipo de Oh en los Gigantes de Yomiuri por 16 temporadas. ¿La razón? Ser un buen pelotero, por supuesto, pero más que otra cosa, ser cien por ciento japonés.
Los números de por vida de Nagashima ni siquiera se acercan a los de Oh: 444 vs 868 en jonrones, 1.522 vs 2.170 en empujadas, 1.270 vs 1.967 en anotadas, 2.471 vs 2.786 en hits, .379 vs .446 en porcentaje de embasado y .540 vs .634 en porcentaje de slugging, sólo por mencionar algunos renglones.
Sin embargo, Nagashima tiene una personalidad muy extrovertida y eso, sumado a su éxito deportivo y financiero, le permitió convertirse en el ídolo de una sociedad que todavía castiga duramente cualquier muestra de individualismo.
Oh, que por el contrario es muy introvertido, ha sido admirado y homenajeado a lo largo de su carrera en Japón, tanto en su faceta de jugador como en su desempeño como manager, pero siempre ha estado claro que su nivel de idolatría y popularidad nunca podrá superar al de Nagashima.
Una prueba clara de cómo la prensa local trata a ambas figuras está en la forma en que han sido reseñadas las actuaciones de ambos como managers con el pasar de los años.
Nagashima fue nombrado manager de Yomiuri justo después de retirarse como jugador
Después de su retiro como jugador en 1974, Nagashima fue nombrado inmediatamente manager de Yomiuri para la campaña 1975, a pesar de no tener ningún tipo de experiencia en ese rol. Su figura, más que su preparación, llevó a la gerencia a tomar esa precipitada decisión.
El resultado fue que Yomiuri, por primera y única vez en su historia hasta ahora, quedó en el último lugar de la clasificación de la Liga Central con un récord de 47 victorias, 76 derrotas y 7 empates en 130 partidos disputados.
Esa es, sin duda alguna, la mayor vergüenza que ha sufrido el club en toda su historia, pero como era de esperarse Nagashima no fue culpado por el resultado. Los jugadores fueron los que pagaron los platos rotos, especialmente el importado estrella de ese año, el estadounidense Davey Johnson, quien venía de realizar una exitosa carrera en las Grandes Ligas.
De más está decir que si eso hubiese ocurrido bajo el mandato de Oh, la prensa lo hubiese crucificado y hasta es posible que la gerencia lo hubiese dejado ir, a pesar de que ese tipo de medidas casi no se ven en el béisbol japonés (los managers suelen renunciar antes de que el equipo los despida).
Afortunadamente para todos, Nagashima logró voltear por completo la situación y llevó a su equipo a ganar los títulos de liga de 1976 y 1977, si bien no logró ganar la Serie de Japón en ninguna de esas dos ocasiones ni tampoco sumar más triunfos hasta que abandonó su puesto a finales de 1980.
A pesar de todo, nunca se le criticaron sus decisiones ni tampoco la manera en que manejó al equipo durante su estadía en el banquillo. De hecho, un reportero que se atrevió una vez a poner en duda su calidad como manager fue vetado del estadio por una temporada completa.
Oh fue nombrado manager de Yomiuri en 1984
Todo lo contrario ocurrió con Oh cuando fue nombrado manager del conjunto para la campaña 1984. Desde el primer día, cada una de sus decisiones fue escrutada hasta el cansancio y cada uno de sus errores resaltados y exagerados.
Según el escritor estadounidense Robert Whiting, autor del libro Tienes que tener wa, uno de los titulares más comunes de la prensa deportiva japonesa a la hora de analizar su actuación desde el banquillo en esa época fue “¡Oh mete la pata!”.
“Los japoneses siempre fueron impacientes en todo lo relacionado a los Gigantes de Yomiuri, pero en el caso de Oh sus voces eran más estridentes de lo normal”, escribió Whiting en su libro.
Las cosas no cambiaron en lo absoluto con el pasar de los años, a pesar de que ninguno de los dos mejoró su rendimiento como manager. Nagashima regresó al banquillo de Yomiuri en 1993 y se mantuvo en el mismo hasta finales de 2001, período en el que ganó 3 títulos de liga más y 2 Series de Japón.
Oh, por su parte, se convirtió en manager de los Halcones de Daiei (hoy SoftBank) en 1995 y mantuvo ese puesto hasta 2008. Tal como Nagashima, en ese período ganó 3 títulos de liga y 2 Series de Japón, si bien lo superó en haber sentado las bases de la dinastía que es hoy en día el conjunto de Fukuoka.
Otro ejemplo que no podemos dejar de mencionar es el del Clásico Mundial de Béisbol. Cuando Japón decidió participar en la edición inaugural del torneo en 2006, Oh fue nombrado manager de la selección nacional, pero sólo porque Nagashima estaba inhabilitado debido a un infarto sufrido 2 años antes.
Oh llevó a Japón a ganar el Clásico Mundial de Béisbol 2006
Como consecuencia, Oh fue criticado hasta el cansancio a lo largo del evento, si bien al final logró complacer a todos al llevar a sus jugadores a coronarse campeones.
A pesar de todo, sus 868 jonrones de por vida llevaron a Oh a convertirse en una figura internacional, razón por la cual fuera de su país es considerado como el mejor jugador japonés de todos los tiempos y una de las grandes figuras universales del deporte.
Tal como Aaron, Oh es al que invitan a clínicas y eventos relacionados al béisbol en todas partes del mundo, mientras que el nombre, la historia y los números de Nagashima se mantienen prácticamente desconocidos fuera de Japón.
Joe Posnanski, un reconocido periodista deportivo estadounidense, publicó recientemente una lista de los mejores 100 jugadores de béisbol de la historia y otorgó a Oh el puesto 85. El único otro pelotero japonés que incluyó fue Ichiro Suzuki, quien ocupó el puesto 100. Nagashima ni siquiera fue mencionado.
Así, desde que se conocieron por primera vez, Oh y Aaron establecieron una estrecha amistad porque en el fondo ambos tenían perfiles muy parecidos: números de por vida excepcionales y una generosidad y amor sin paralelo por el deporte y los seres humanos en general.
Oh y Aaron se enfrentaron en una competencia de jonrones en 1974
Participaron juntos en diversas clínicas de béisbol alrededor del planeta y hasta se enfrentaron una vez en una famosa competencia de jonrones en el Estadio Korakuen de Tokio (parque previo al Tokyo Dome) en noviembre de 1974. Aaron ganó la justa con un marcador final de 10 a 9.
Ambos colaboraron para crear la Fundación Mundial de Béisbol Infantil, que luego se esforzaron por promocionar en distintos eventos alrededor del planeta.
Al enterarse de su muerte, Oh no perdió tiempo en publicar un mensaje recordando, reconociendo y agradeciendo la generosidad y la amistad de Aaron, tal como éste lo hubiese hecho si el japonés hubiese sido el primero en fallecer.
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