La barajita de Cesar Tovar de 1974 en la Topps que dice Traded (Cambiado), epitomiza una porción substancial de su carrera y vida. El fue un jugador del cuadro y jardinero versátil quien fue cambiado o vendido cuatro veces, dejado en libertad dos veces, prestado una vez, y firmado como agente libre una vez. Un vagabundo del beisbol, fue lo suficientemente bueno para ser valorado como miembro de algunos de los buenos equipos de los equipos de los Mellizos en los años ’60, pero no tan bueno para no ser cambiado de equipo cinco veces en los últimos cinco años de su carrera. La barajita de Tovar con el rótulo “traded” nos da otro ejemplo de las destrezas de Topps para pintar (alterar) las fotos. En la fotografía original, Tovar está usando los colores rojos de los Filis, pero estos fueron obliterados por el esquema de color azul de los Rangers, en un esfuerzo por actualizar el equipo para el cual jugaba en ese momento.
Como ocurre a menudo, el azul pintado es tan brillante que parece fluorescente, dándole a la barajita una apariencia surrealista. La palabra “surrealista” es la descripción más apropiada para la personalidad de Tovar y su vida fuera del terreno; él fue uno de los personajes más inusuales, aunque también apreciado, que animó los estadios en los años ’60 y ’70. Luego está el posicionamiento inusual de la cabeza de Tovar. Su cabeza está dirigida hacia arriba y a la izquierda, parece melancólico a la distancia, casi como si se hubiese olvidado de la presencia del fotógrafo de Topps. ¿Qué pudiera estar pensando Tovar? Dados sus modales transitorios, sus viajes interminables, y su vida impredecible fuera del terreno, Tovar podría estar pensando en cualquier cosa. Ese era el tipo de persona que él era.
La trayectoria de Tovar en el profesional comenzó en 1960, cuando los Rojos lo firmaron en Venezuela y lo asignaron al Geneva de la NY-Penn League. Con solo 18 años y con dificultades para ajustarse a la cultura estadounidense al norte del estado de Nueva York, Tovar bateó para un mediocre .252. En su segunda temporada, los Rojos lo bajaron al Missoula de la Pioneer League, donde se sintió más a gusto y elevó su promedio a .304, mientras mostraba un sorpresivo poder (12 jonrones). Los Rojos estaban tan impresionados que lo subieron al Seattle en la Pacific Coast League al final de la temporada, le dieron dos juegos en AAA. En 1961, los Rojos enviaron a Tovar de vuelta a la NY-Penn League, donde se ajustó mejor que la primera vez. No solo bateó .338, si no que negoció 105 boletos y descargó 19 jonrones, una cantidad impactante para un pequeño jugador del cuadro. También robó 88 bases, lo cual lo convirtió en una amenaza ofensiva cuadruple porque podía batear, negociar boletos, batear con poder y correr las bases.
Para nadie fue una sorpresa que Tovar subiera a la Carolina League Class-B en 1962, y su actuación siguió impresionando. Aunque no alcanzó ninguno de sus números sobresalientes de la NY-Penn League, bateó .329, y convenció a los Rojos de que estaba listo para una temporada completa en AAA para 1963. Tovar jugaría tres sólidas temporadas en AAA, pero no todas como miembro de la organización de los Rojos. Con un joven Pete Rose estableciéndose en Cincinnati, y con otros buenos prospectos de segunda base en espera, los Rojos cedieron en préstamo a Tovar a los Mellizos en la temporada de 1963. Él regresó a la organización de los Rojos en 1964, he hizo girar las cabezas en el entrenamiento primaveral con su ligera contextura y sobresaliente velocidad. Los Rojos empezaron a llamarlo “Super Ratón”, un remoquete apropiado para un pelotero pequeño que no pesaba más de 78 kg. Extrañamente, los Rojos lo cambiaron después de la temporada de 1964, a pesar de su contribución en el campeonato de liga del equipo de San Diego. Ellos lo enviaron de vuelta a los Mellizos, esta vez para que se quedara, en una negociación por un relevista intermedio zurdo llamado Gerry Arrigo. Los Mellizos en realidad quería a Tommy Helms, pero se decidieron por Tovar. Fue un movimiento arriesgado pero terminó siendo un robo absoluto para la franquicia de las ciudades gemelas. Tovar estaba en el roster de los Mellizos para la inauguración de 1965, jugó segunda base, shortstop, tercera base y center field. Pero no bateó mucho, los Mellizos lo enviaron de vuelta a AAA en mayo, allí permaneció hasta que lo llamaron en septiembre, muy tarde para ser elegible para la postemporada.
Con casi otra temporada de ligas menores bajo el cinturón, los Mellizos lo llevaron de vuelta a Minnesota a 1966. Entonces fue cuando el manager de Minnesota Sam Mele lo convirtió en super-utility, lo ponía a jugar casi todos los días (para un total de 134 apariciones), pero en lugares diferentes en el cuadro interior y los jardines. Tovar no podía catalogarse como regular en ninguna parte, y no sorprendía a nadie con su .260 de promedio de bateo, pero su habilidad para hacer contacto, robar 16 bases, y aportar una defensa adecuada en segunda base y los jardines lo hacían valioso. Él también mostraba habilidad para remolcar corredores desde tercera con menos de dos outs; lideró la Liga Americana con siete elevados de sacrificio. Durante la primavera de 1967, el coraje de Tovar se hizo evidente para los Mellizos. Con los Mellizos y Atléticos programados para jugar en su nativa Venezuela, Tovar no permitió que un tratamiento dental le impidiese jugar. A pesar de haberse extraido dos muelas el día anterior, Tovar se negó a perder el inicio de una serie de primavera a jugarse en su Caracas. Los Mellizos lo alinearon en el campocorto como reemplazo de regular Zoilo Versailles; Tovar no deslució. Me duele la mandíbula, pero jugaré”, le dijo a Sporting News. “No me perdería esto por nada del mundo. Jugué con Missoula, Mont., una noche después que me sacaron una muela a las 4 p.m., así que esto no me molestará”. Tovar no jugó mucho shortstop para los Mellizos en 1967, pero esa fue una de seis posiciones donde aparecería ese verano. Aunque no tenía una posición propia, él jugó todos los días en alguna parte, y me refiero a todos los días. De hecho, Tovar jugó todos los 164 encuentros de los Mellizos ese verano (incluyendo un par de juegos empatados que fueron suspendidos), y lideró la Liga Americana en juegos efectuados.
Los números ofensivos de Tovar carecían del toque destacado, porque bateó solo .267, pero robó 19 bases, se embasó 13 veces por pelotazos, y ejecutó 13 toques de sacrificio. Se convirtió en el pegamento de los Mellizos, haciendo las pequeñas cosas de avanzar los corredores mientras jugaba casi cada posición en el campo excepto por la primera base, cátcher y pitcher. Tovar impresionó tanto que consiguió un voto para el jugador más valioso de la Liga Americana, lo cual impidió que el triplecoronado Carl Yastrzemski fuese el jugador más valioso por unanimidad. Hay que tener en cuenta que Tovar no sentía que merecía el voto, pero eso reflejaba un respeto que algunos escritores tenían por su velocidad, versatilidad, y valor para un equipo ganador. Una de las características curiosas del juego de Tovar involucraba su disposición a recibir pelotazos.
Al pequeño hombre conocido como “Pepi” le gustaba encimarse en el plato, y no se retiraba ante las rectas pegadas. Como un rival anónimo de la Liga Americana le dijera a The Sporting News: “El tipo siempre se está moviendo, encimándose en el plato, acercándose a la pelota, agitando los pies, tratando de ser golpeado”. Para Tovar, ser golpeado con un pitcheo se convirtió en un arte. Cuando era golpeado por una pelota, él parecía tener un orgullo especial, a menudo le mostraba el correspondiente rasguño a los compañeros y a los periodistas. Él podía no pesar 80 kg, empapado en agua, pero era sólido y muscular, y sentía que su habilidad para acercarse a las rectas incrementaba su peligrosidad. Tovar lideraría la liga con 17 pelotazos recibidos en 1968, pero eso hablaba de una pequeña porción de su eficiencia en el Año del Pitcher. Subió su promedio a .272, casi duplicó sus bases robadas (a 35) y agenció un OPS de .698, un número altamente respetable para esa época dominada por el pitcheo. También hizo historia al igualar los esfuerzos pioneros de Bert Campaneris: el 22 de septiembre, Tovar jugó las nueve posiciones en el juego de los Mellizos ante los Atléticos, emulando lo que campy había hecho para los Atléticos de Kansas City, tres años antes. Mientras Campy era básicamente un campocorto, Tovar era legítimamente un jugador versátil que podía jugar tres posiciones en el cuadro y tres posiciones en los jardines, lo cual hizo su logro más real para los ojos de algunos.
La gesta de Tovar estuvo rodeada de un toque de comedia. Debido a su contextura ligera, él parecía ridículo cuando tomó su lugar en el juego como receptor. La pechera y las rodilleras de tamaño normal en Grandes Ligas eran muy grandes para él, Tovar parecía un jugador de pequeñas ligas en un terreno baldío. Su presencia con los implementos de talla grande para él ocasionó risas en el dugout de los Mellizos. El arrojo de Tovar, el chico con cerebro del dueño de los Mellizos Calvin Griffith, le ganó alguna notoriedad, pero su juego en el campo estaba aún por alcanzar su pico. Eso ocurriría en las tres próximas temporadas, desde 1969 hasta 1971. En el ’69, Tovar jugó para el nuevo manager Billy Martin. Ambos se habían hecho amigos en 1963, cuando Martin trabajaba para los Mellizos como instructor de ligas menores. Jugando para Martin, Tovar se convirtió fue un factor principal en el esfuerzo de los Mellizos para ganar el primer título de la división Oeste de la Liga Americana. Martin empleó a Tovar como su principal jardinero central, pero también lo usó en tercera base, segunda base y las esquinas de los jardines. Tovar bateó .288 y alcanzó topes en su carrera con 45 bases robadas y 11 jonrones. No era solo Martin a quién le gustaba Tovar. Los compañeros de equipo y los periodistas disfrutaban su personalidad positiva, su constante sonrisa (la cual revelaba el vacío entre dos de sus dientes frontales), y su ilimitado entusiasmo. Tovar también tenía un lado generoso. Al final de cada temporada, él reunía docenas de pelotas, bates y guantes y los enviaba a su nativa Venezuela. Él decía que eran para sus prácticas invernales, pero como el difunto periodista Bob Fowler me dijo una vez, Tovar escondía la verdad. Tovar llevaba esos implementos para repartirlos entre los niños de escasos recursos de su nativa Caracas. Él simplemente quería que los niños tuviesen bates, pelotas y guantes que de otra manera no tendrían.
Los Mellizos despidieron a Martin en el invierno, pero Tovar actuó aún mejor para el nuevo manager Bill Rigney en 1970. Bateó para .300 por primera vez en las Grandes Ligas, Tovar de nuevo alcanzó doble figura en jonrones y compiló el mejor OPS de su carrera .798. Corrió muy bien las bases, robó 30 almohadillas mientras lideraba la liga con 36 dobles y 13 triples. En 1971, los Mellizos cambiaron a Tovar desde el jardín central al izquierdo. Su poder desapareció (un solo jonrón) y su eficiencia de bases robadas disminuyó, pero todavía comandó la liga con 204 imparables, y logró el mejor promedio al bate de su carrera, .311. Se embasó 35 % del tiempo, convirtiéndose en uno de los mejores servidores de escena de la liga. Tovar cambió de posición una vez más en 1972, esta vez pasó al jardín derecho, donde tenía suficiente fuerza en el brazo para hacer un trabajo aceptable. Desafortunadamente, sus destrezas ofensivas mostraron un declive significativo a los 31 años. Bateó solo .265, despachó solo 2 jonrones, y robó solo 21 base. Preocupados porque estaba envejeciendo rápido, los Mellizos decidieron ponerlo en el mercado en las reuniones invernales.
El 30 de noviembre, los Mellizos lo enviaron a los Filis por tres jugadores: los pitchers Ken Sanders y Ken Reynolds y el toletero de ligas menores Joe Lis. Los Filis esperaban que Tovar llenara el hueco que tenían en tercera base, pero tuvo dificultades en el entrenamiento primaveral. Sus baches de bateo en la Liga de la Toronja le ganaron bromas de sus compañeros, quienes chanceaban sanamente con su falta de bateo y fildeo. El toletero y primera base Deron Johnson le decía, “Pepi, ¿qué es lo que haces bien? Hasta el momento no me has mostrado nada”. Sin perder tiempo, Tovar regresó para darle una respuesta. “Johnson”, dijo Tovar en su fuerte acento español, “espera a que suene la campana. Entonces Pepi te mostrará una cosa o tres”. Aunque Tovar prometió recuperar su bateo cuando empezara la temporada regular, su bate nunca apareció. Pronto perdió la titularidad de la tercera base con un joven llamado Mike Schmidt, quién bateó solo .196 pero descargó 18 jonrones. El débil promedio de bateo de Tovar (.268), su completa falta de poder para batear jonrones, y su dificultad para ajustarse defensivamente a la grama artificial lo convirtieron en una completa insatisfacción para Filadelfia. Él también tuvo un encontronazo con el manager Danny Ozark, a quién le reclamó que no le había cumplido la promesa de mantenerlo como tercera base titular.
Una vez que terminó la temporada, los Filis empezaron a ofrecer a Tovar. Mientras tanto Billy Martin había resurgido como manager en Texas. Casi instantáneamente después de asumir el cargo, Martin solicitó a su gerente general: “Consígueme a César Tovar”. Para sorpresa de nadie, los Rangers hicieron eso en las reuniones de invierno, lo adquirieron por el precio ganga de dinero y solo dinero en efectivo. La reunión con Tovar, uno de sus peloteros favoritos desde sus días en Minnesota, maravilló a Martin: “Quería a Tovar por muchas razones”, le dijo el manager al periodista de los Rangers Merle Heryford. “El pequeño tipo te puede vencer de muchas maneras, con su bate, sus piernas, su mente, su coraje”. Martin reconoció que Tovar ya no era capaz de jugar muy bien en el infield, por lo cual lo hizo jardinero a tiempo completo con los Rangers. Lo utilizaba en el jardín central y en las esquinas.
Rejuvenecido por la reunión con Martin y energizado por el clima caliente de Texas (“Cuando el clima se caliente, yo me caliento. Siempre”), Tovar bateó ,292 con 47 boletos, lo que le dio un porcentaje de embasado de .354. Tovar también ganó alguna notoriedad por un extraño hábito que había adquirido: llevaba un silbato para perros en el cuello cuando iba al jardín central. Tovar tenía una explicación para eso: “Soplo el silbato”, le explicó Tovar a AP, “porque no quiero chocar con Mr. America (el jardinero derecho Jeff Burroughs)”. Dado que Burroughs era un gigantón de 102 kg, el razonamiento de Tovar tenía sentido. Otro de los hábitos de Tovar era un poco más escandaloso. Para cuando Tovar llegó a los Rangers en 1974, circulaban rumores de que él tenía tres esposas en tres países. El rumor fue reportado por el autor Mike Shropshire, en el libro Seasons in hell, acerca de de las temporadas iniciales de la franquicia de los Rangers. Considerando la personalidad extrovertida de Tovar y su naturaleza impredecible, la historia de las tres esposas parecería creíble para algunas personas en la organización de los Rangers. En 1975, el juego defensivo de Tovar desmejoró, los Rangers empezaron a usarlo cada vez más como bateador designado. Ganó laguna atención por romper el juego sin hits ni carreras de Catfish Hunter en mayo, era la quinta vez en su carrera que había roto un nohitter en los innings finales. Pero el heroísmo de los innings finales fue solo un logro temporal. Cuando Martin fue despedido a media temporada, la eventual salida de Tovar quedó sellada. El 31 de agosto, los Rangers o vendieron a los Atléticos contendores por el banderín, en una negociación de waivers.
Los Atléticos querían a Tovar en parte para encender a Campaneris, su campocorto regular quien había tenido una temporada difícil con el madero en 1975. Tovar no bateó mucho con los Atléticos, pero regresó a la postemporada por primera vez desde sus días con los Mellizos. Luego de tener dificultades la mayor parte de la temporada de 1976, Tovar fue despedido el 25 de agosto. Menos de una semana después, él salió a flote con los Yanquis, quienes eran dirigidos por, si lo adivinaron, Billy Martin. A los 35 años a Tovar no le quedaba mucho, solo bateó .154, y recibió su despido en diciembre. Los días de Tovar en las Grandes Ligas podían haber terminado, pero él todavía quería jugar. Por lo cual firmó para jugar en la Liga Mexicana en las próximas dos temporadas antes de unirse a la franquicia de Caracas en el fallido intento de la Liga Inter-Americana en 1979. Tovar bateó bien con Caracas, pero cuando la Liga Inter-Americana se derrumbó a mediados de verano, los días de Tovar como jugador activo en el beisbol organizado finalmente terminaron. Sin embargo, continuaría jugando en la Liga Venezolana de Invierno hasta 1986, se retiró a la avanzada edad de 46 años. Después de su retiro, Tovar se convirtió en manager del equipo venezolano en la Copa Mundial de 1990, y luego trabajó como coach en su país nativo. En 1991, empezó a tener dificultades cardíacas, lo cual pareció ser el resultado directo de su hábito de fumar. Pero rara vez vi el nombre de Tovar en los medios hasta el verano de 1994. Allí fue cuando supe que Tovar había fenecido, poco después de ser diagnosticado con cáncer pancreático. Sólo tenía 54 años. Cuando supe que Tovar había fallecido, me motivé a saber más de él. Conocía su nombre, pero sabía poco de los detalles de su carrera y vida.
Mientras más descubría de él, más me intrigaba. Todavía estoy intrigado. Él tuvo una vida inusual, hasta extraña por momentos, una que tuvo su porción de misterio. Y sospecho que Cesar Tovar disfrutó cada minuto de ella. Sources: The Sporting News; Cesar Tovar’s biographical file at the National Baseball Hall of Fame Library Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning en el Salón de la Fama del Beisbol. Él ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A’s, el cual fue premiado con la Medalla Seymour de SABR. Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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