MARI MONTES
Miguel Rojas nos atendió para esta entrevista cuando tenía poco más de dos semanas encerrado en una habitación de hotel, primero en Filadelfia y después en Miami.
Estaba ansioso, pero sereno. Hace un tiempo aprendió a hacer ejercicios de meditación y eso lo ayudó con la paciencia.
Desde marzo, cuando la pandemia de COVID-19 obligó a suspender los entrenamientos de primavera, hizo un plan para mantenerse en forma esos meses, mientras se redefinía el calendario de la nueva temporada. Trabajó en casa y al aire libre, con todas las medidas de seguridad.
Comenzó el “Summer Camp” en julio con dos metas que mantiene: dar el máximo para que los Marlins de Miami lleguen a los playoffs y ganar un Guante de Oro.
Los Marlins terminaron los entrenamientos con dos juegos de exhibición contra los Bravos, en Atlanta, y viajaron a Filadelfia para iniciar la temporada 2020.
El viernes del Opening Day, se conoció temprano que el receptor Jorge Alfaro había dado positivo de COVID-19. El domingo se informó de tres casos más. Aún así, los Marlins decidieron jugar y ganaron la serie a los cuáqueros.
Miguel Rojas fue el más destacado de la serie, terminó bateando de 10-7, incluyendo doble, triple y cuadrangular. Al terminar el juego que le dio la serie a los Marlins, comenzó a sentir ganas de toser, una molestia en la garganta.
—Mis primeros síntomas se presentaron después del juego. Ya había dado positivo, pero no lo sabía porque no me habían hecho una prueba ese día. Comencé a sentir esos síntomas, esas ganas de toser, una molestia en la garganta como cuando te va a dar gripe, pero que puede ser una alergia o un resfriado porque te mojaste. Eso es lo que yo sentí ese primer día. Me aislé, pero ya era muy tarde. Luego empecé a sentirme peor, el cuerpo débil, lo que quería estar acostado y aparte tenía un poco de miedo, porque pensaba mucho mientras esperaba el resultado del examen, me decía que ojalá que no fuera el virus. Al final, cuando me dijeron que era positivo, mi cuerpo como que lo aceptó y empecé a tener más síntomas. Sentía escalofríos, muchos cambios de temperatura, aunque nunca pasó de los 100 grados farenheit. En la habitación del hotel en Filadelfia subía y bajaba el aire acondicionado constantemente, eso quiere decir que mi cuerpo estaba teniendo ese quebranto y esa fiebre. Comencé a sentir dolores de espalda, se me erizaba la piel, me ponía una franela y entonces me daba calor y me la tenía que quitar. Creo que fue más incómodo de lo que imaginaba. También sentí que no tenía energía, esa fue una de las cosas que más me molestó.
Mariana, la esposa de Miguel Rojas, está embarazada, espera una niña, además tienen a Aaron, que tiene 4 años de edad, ellos fueron los primeros en quienes pensó en ese momento, en su familia.
—Cuando me dieron la noticia, sentí temor. Temor de contagiar a más personas, de contagiar a mi familia, temor de regresar a Miami. Pensaba en la bebé, en Aaron, en mi mejor amigo, Richard, que se estaba quedando en mi casa, porque se quedó atrapado aquí, por esta pandemia. Regresar y no estar con ellos fue lo primero que vino a mi cabeza, además de eso, pensé que el excelente comienzo de temporada que estaba teniendo, se iba a ver pausado unas cuantas semanas, porque sabía ya por otros casos, que el virus no sale del cuerpo tan rápido como uno espera y me iba a tardar un tiempo estar de regreso.
Miguel Rojas es un hombre dedicado a la familia. Norma, su mamá, es médico y en este momento está en Venezuela, en una batalla contra el cáncer. Ella también era una preocupación, tenerla al tanto, que no fuese a saberlo por las redes, pero no preocuparla sin necesidad.
—Por supuesto, hablé con mi mamá de una vez. Te puedes imaginar como se puso, pero tenemos que ser delicados por su situación. Ella está enfrentando un cáncer, otra vez, y no quiero ponerle encima de lo que está viviendo, más estrés. Ella debe saber cómo me siento, pero sin darle dolores de cabeza. Ella me da sus consejos profesionales, pero también sabemos que no hay certezas con este virus y estoy supervisado por los médicos del equipo.
Los Marlins fueron el primer equipo de las Grandes Ligas que se vio afectado por los contagios. Un descuido y la poca claridad del protocolo de MLB sobre qué hacer en caso de que un jugador diera positivo, fue el origen de todo.
—Nosotros fuera en el terreno, en el estadio, tenemos todos los cuidados: mascarillas, desinfectante de las manos, nos lavamos las manos, mantenemos distancia, pero recuerdo que en esos juegos, dos en Atlanta y tres en Filadelfia, hizo mucho calor. Cuando comenzó el juego de pelota, creo que bajé las defensas ante el virus y me concentré en jugar béisbol. Pasa que uno se concentra en darle las mejores tres horas que pueda a la fanaticada, al equipo, entras en contacto directo con compañeros y rivales y ya ahí no hay seis pies de distancia, ya no está la mascarilla porque estamos jugando y sudamos. Creo que eso hizo que todo se saliera de control tan rápido, como nos pasó a los Marlins, que además fuimos los primeros. El protocolo no decía que por un contagio había que parar a todo el equipo, no sabemos cuando esta persona se contagió, porque la prueba no lo mostró sino después de un par de días y esa persona pasó dos días sin saber que estaba infectada y estaba asintomática y eso fue lo peor: este virus es silencioso, ni siquiera sabes que estás contagiado.
Desde que se conoció el protocolo de salud, una de las dudas fue justamente lo difícil de controlar los hábitos que tienen los jugadores y las situaciones inevitables que hacen casi imposible cumplir todas las normas.
—Todos sabíamos que este año 2020 estaríamos jugando una temporada (y la seguimos jugando), corriendo riesgos. Sabíamos que teníamos algunos peloteros ya infectados, sabíamos que podía pasar en cualquier momento, lo más importante era seguir los protocolos, buscando la manera de ser buenas personas, no tan solo para nosotros mismos, sino para los demás. Creo que una vez que pasó lo que pasó y empezaron a verse peloteros comprometidos con el virus, ya sabíamos que en cualquier momento uno podía ser parte de eso. Yo nada más le pedía a Dios no ser yo uno de los que estaba infectado, pero bueno, lamentablemente recibí la llamada para anunciarme que yo era uno de los que estaba afectado con el virus.
Rojas es un hombre metódico, disciplinado, desde que supo del virus siguió las reglas, pero no bastó.
—Siempre le tuve respeto al nuevo coronavirus y también miedo a contagiarme. Pensaba no hacer nada que fuese a comprometerme, no solo a mí, porque estaría mal contagiarme en algún momento por estar haciendo algo indebido, y luego contagiar a mis compañeros de equipo. Esa era mi mentalidad y por eso le tuve tanto respeto desde el principio. Traté de hacer todas las cosas cien por ciento de la manera correcta para no contaminarme, porque sabía lo difícil que iba a ser para la organización pasar por esto que pasamos. Yo lo que hacía era tratar de cuidarme porque de mí dependía mi familia y también mis compañeros. Ya vivimos en carne propia lo agresivo y violento que es este virus y lo rápido que se puede contagiar un grupo que convive bajo un mismo techo. Yo creo que una de las cosas fue que tomamos dos aviones con una persona infectada, creo que de repente el uso del tapaboca no es tan seguro cuando estás alrededor de un grupo de personas, cualquier descuido es un peligro.
Miguel Rojas ganó en la temporada 2019 el Premio Heart and Hustle, que reconoce al que juega aportando un extra, con entrega y liderazgo. Esa actitud le valió un contrato que garantiza dos años con los Marlins, y ante el retiro del infielder Martín Prado, quedó en el rol del capitán. Su ausencia fue de las más duras para el equipo que terminó con 20 jugadores positivos de COVID-19, lo que obligó una cuarentena de varios días encerrados en el hotel en Filadelfia, hasta que pararon los contagios. Los peloteros con el virus fueron enviados a Miami en autobús, a seguir el confinamiento hasta dar negativo.
Esta conversación ocurrió con Rojas terminando de cumplir el aislamiento, habló sobre el tratamiento y cómo transcurrieron esos días encerrado, sin poder salir del cuarto del hotel.
—Hay que atacar cada síntoma, fíjate que ya yo tengo unos cuatro o cinco días que me siento muy bien, con toda la energía al cien por ciento, con ganas de salir a comerme el mundo, pero sigo dando positivo, y eso es algo que uno tiene que respetar porque creo que esta es la parte más difícil de todo, tener la paciencia de esperar que los resultados regresen negativos para poder otra retomar la vida normal. El tratamiento es atacar los síntomas, si tienes dolor de cabeza, tomar pastillas para el dolor de cabeza, si tienes congestión, pastillas para eso. Me dio congestión en la nariz y me traté con Vick VapoRub para poder respirar mejor. Esa fue una de las cosas que me ayudó más, también los vaporizadores que uno pone al lado de la cama. A parte de eso, mantenerme hidratado y tomando vitaminas. Eso es lo que los doctores dicen, hay que atacar los síntomas lo más rápido posible. Las personas asintomáticas deben estar sentados esperando que el virus haga su trabajo y esperar hasta salir negativo. En mi caso creo que los síntomas me ayudaron a saber que vivía con esto, fui tratándolos cuando aparecían, hasta que se fueron quitando, gracias a Dios. Ahora mismo lo que estoy pensando es que voy a poder volver esta misma semana.
Todos las personas deberíamos consultar a los médicos para tomar cualquier medicina, pero los jugadores de las Grandes Ligas deben hacerlo para evitar consumir una sustancia prohibida, la gran inquietud de Miguel Rojas era cuanto el virus podía afectar su rendimiento al volver.
—Hay que seguir lo que dicen los médicos y pensar que vas a regresar a jugar porque esta es una pausa que se va a ir, no es una lesión. Lo más preocupante es saber cómo va a estar tu cuerpo para jugar al cien por ciento como exigen las Grandes Ligas. Eso es lo que más me preocupa, cuánto tiempo me va a tomar estar bien para jugar en el mejor béisbol del mundo.
Miguel Rojas es un inquieto, siempre activo, cuando está en el dugout, está animando, pendiente del juego, conversando con todos. Entre las cuatro paredes de la habitación donde estuvo por dos semanas, en cuanto se sintió mejor, diseñó su plan de regreso.
—En estos días aprendí muchas cosas. En la cuarentena larga nunca paré porque podría correr, tuve la oportunidad de salir de la casa, soltar el brazo, batear en mi casa, hacer ejercicio en el gimnasio con mis cosas, esto es diferente porque estoy sentado en la habitación de un hotel, las 24 horas del día, y aunque tengo unas pesas, no estoy bateando, ni estoy lanzando. Es muy difícil mantenerse así, pero yo creo que la mente es muy poderosa y eso es lo que trato de hacer, fortalecer la mente, para eso trato de estar aquí y vivir mi vida como si estuviera jugando. Me levanto en la mañana, hago desayuno, tomo mi café y luego me dedico a ver videos de los pitchers que vamos a enfrentar, hoy Nueva York, por ejemplo, va contra veo Michael Wacha, así que busco sus videos. Yo siento como que me preparo para el juego, porque si mentalmente uno está preparado, va a estar más listo cuando toque jugar otra vez, porque no va a ser tan difícil para el switch. Creo que mentalmente uno se tiene que mantener enfocado en que estamos en una temporada, que estas no son unas vacaciones, que esto no es una lesión de seis meses de la que tengo que recuperarme. Puede ser que mañana salga negativo y vuelva al campo, por eso es que yo creo que estar listo mentalmente es lo más importante. En la tardes trato de ponerme mis zapatos de goma, camino aquí dentro del cuarto, me baño a la misma hora que me bañaría si estuviera jugando. Trato de mantener la misma rutina, para que cuando empiece el juego, me siente a verlo con la misma mentalidad como si estuviese jugando. Es una de las cosas que hago para que cuando tenga que pasar el switch de jugar, no me pegue tanto. El equipo lo ha hecho muy bien, ha respondido, han ganado, han jugado buena pelota, cuando me incorpore vamos a seguir en la carrera a los playoffs y lo menos que yo quiero es que con mi entrada el equipo se perjudique.
Durante los juegos, Miguel Rojas no paraba de enviar mensajes a los Marlins y a sus seguidores, anima, celebraba cada batazo, daba la bienvenida a los debutantes, esos muchachos a quienes les tocó hacer el grado de Grandes Ligas obligados por la situación generada por la COVID-19 y que respondieron o lo intentaron. El ejercicio de ser capitán no dejó de cumplirlo y sus mensajes fueron replicados por la transmisión de Fox Sports Florida.
—Yo me siento como uno más en el terreno. Para mí es mucho más difícil ver un juego por televisión que estar en el short stop jugando, porque ahí puedo hacer algo, tengo el poder de hacer una jugada. Cuando estoy jugando, siempre quiero que bateen por mi campo, pero cuando lo estoy viendo por televisión, y me imagino que eso le pasa a los fanáticos, sufro el doble sin poder hacer nada. Creo que es una de las cosas más duras, que no lo tengo en control, que lo que puedo es mandarles pensamientos positivos y apoyarlos porque eso es parte de mi trabajo. Yo pienso que no importa lo que pase, yo me debo a mi equipo y debo asumir mi responsabilidad, que no es solo apoyar, también debo estar ahí viendo los juegos cien por ciento, cada pitcheo, cada batazo, cada out, y gracias a Dios tengo la oportunidad de hacerlo, se lo debo al equipo y a toda la comunidad que me ha apoyado tanto todos estos años.
Esta temporada 2020 tuvo que ser rediseñada para poder hacerla, eso ha causado disgustos en muchos fanáticos, porque hay nuevas reglas, pero ¿cómo es para ellos, los protagonistas? Poco sabemos cómo fue para ellos tomar la decisión de jugar.
—Que Mariana esté embarazada me estresa un poco, pero en la vida hay sacrificios y nosotros tomamos la decisión de no ponerlos en riesgo a ellos. Desde que empezaron las prácticas, cuando volvimos, me mudé a un cuarto aparte dentro de la misma casa, donde no tengo contacto con Mariana, ni Aaron. Son medidas que decidimos tomar para hacer posible esta temporada. Por eso es que en este momento estoy en un hotel en Miami esperando salir negativo. Lo último que yo quiero es poner en riesgo a la gente que amo.
Miguel Rojas está nominado al Premio Roberto Clemente 2020. Este premio es un reconocimiento a lo que un jugador hace fuera del terreno por su comunidad. Esto no había sucedido cuando conversamos, pero su reflexión sobre lo vivido nos ratifica el porqué fue el elegido por los Marlins:
—Debemos respetar lo que está pasando y no tomar esto como un juego. Lo que estamos viendo nos debe hacer tomar conciencia para disminuir los riesgos, no importan los sacrificios que hagamos para evitar que siga propagándose este virus que ha matado a muchas personas. Más allá del tapaboca es tener la consciencia de que si no hay necesidad, lo mejor es quedarse en casa. Es importante seguir las medidas. Así una persona salga negativa, no bajen la guardia. No estamos en un momento de vivir una vida normal. Tenemos que ser responsables, sigamos con las medidas y protocolos para que esto pare.
Pocos días después de esta conversación, el 21 de agosto, la preocupación de Miguel Rojas de perjudicar al equipo al regresar, quedó lejos, como la pelota que sacó de jonrón en su primer turno al bate.
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