jueves, 19 de marzo de 2020

“De fundador de Los Criollitos, a Limenor con el Equipo Coche” Por Héctor Artiles, El Pelotero cronista de Beisbol.

Héctor Artiles

Comencè mi carrera deportiva, de manera formal, en Los Criollitos de Venezuela.
Organizaciòn fundada en 1962, por Josè Delvecchio, Luis “Mono” Zuloaga, “Chepino” Gerbasi, entre otros.
Mi divisa, “El INH”, o Caballitos de Coche, como nos conocieron despuès. Financiado por El Instituto Nacional de Hipòdromos, el equipo lo dirigirà, el Sr. Garcìa, conocido por todos como “El Sr. Baty”.
Luego de una larga espera por mi primer uniforme, fabricado en una picosa lana, de color gris y letras amarillas.
La camisa hedionda a kerosene, debido al método que usaban para decorar aquellos uniformes deportivos.
Me tocò el nùmero 2.
Nuestro debut fue traumàtico.
Jugamos contra un equipo patrocinado por El Banco Uniòn.
Nos dieron una paliza descomunal, no aplicaba el “KO”, para evitar las humillaciones de scores abiertos.
Jugamos a casa llena, el escenario, el campo de “La Creole”, al lado de El Universitario.
A pesar de ello, nuestro equipo no luciò mal.
Para el siguiente juego el señor Baty, cual alquimista, hizo un cambio de posiciones en la línea central.
Al receptor Alfredo Aza, lo colocò como lanzador, luego de sus fallidos tiros a segunda ante los mùltiples robos de bases que hubo en el juego.
Al lanzador, apodado “Cunaguaro”, debido a un severo vitíligo, lo envìo al center.
A mì del central, me coloca en el campo corto, vista las innumerable asistencia que tuve que hacer, por los errados tiros del cátcher.
Hicimos out, a los corredores, que pretendieron llegar a tercera.
Al campo corto Cesar Quijada, lo enviò a quechar.
Equipo nuevo.
La química de Baty funciona, fuimos los campeones de La Zona Sur.
Los juegos de play off, para buscar el representante del Distrito Federal, se programan para ser jugados en unos campos que se erigen, en los predios que hoy ocupa, El Parque Naciones Unidas.
Se trata de cuatro campos, iguales a los que conocemos posteriormente cuando vamos a los campamentos de primavera del profesional.
Nos reforzamos con dos jugadores de equipos eliminados. Un infield del equipo de Valle Abajo, llamado Robin y un inicialista zurdo del equipo La Floresta, que parecía elástico, con un compàs de bailarina,
su nombre, Renato Valdivieso.
Nuevamente “el quìmico Baty” prepara su formula.
Esta vez es muy sencilla, pone al recién llegado Robin, a defender el campo corto, me mueve a mì a tercera.
Tomamos venganza contra el equipo del Banco Union, le ganamos con pasmosa facilidad, aunque presentan su trabuco de siempre y un lanzador con rectas de humo.
La fòrmula química de “Baty” vuelve a funcionar, asi es el beisbol.
Los Criollitos apagan motores, profundas diferencias entre sus directivos, no los dejan seguir adelante con el bonito proyecto, el aborto es inminente.
El proyecto queda en el congelador, habrà otra ocasión.
Huèrfanos de beisbol organizado, nos refugiamos en la calle con la pelotica de goma, con ella, nos mantenemos en forma y afinamos destrezas.
La orfandad dura muy poco.
A Coche llega Graciano Ravelo, pelotero aùn activo del beisbol profesional, que quiere organizar un movimiento de equipos de beisbol menor en la urbanización.
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Sabiendo que cuenta con materia prima de sobra, que además conocen el juego, pues han jugado caimaneras con los mayores, en los diferentes terrenos baldìos que posee la urbanización.
En Coche, està ubicado un stadium de El Banco Obrero.
Alli tenemos oportunidad de ver jugar a Cesar Tovar, Luis Peñalver y Dàmaso Blanco, con Intendencia Naval.
El recordado Back Stop, es otro terreno que solo cuenta con un back stop, de donde deriva su nombre. Ese terreno es usado por el beisbol doble A, para sus pràcticas, y donde se programan juegos de la categoría juvenil.
Ravelo tiene la ocasión de cristalizar el movimiento beisbolìstico, que tiene en mente y que lo mantendrá unido a nuestro sector, hasta su fallecimiento.
Arma dos equipos, de categorías junior y juvenil de avanzada, con jugadores de diferentes posiciones y calidad.
Sobresalen, Los hermanos Suarez, Chalo y Gustavo, Rubèn Rojas, Orlando Marchena, Rafael Hernàndez, Carlos Urbaneja.
Y la baterìa la formaran dos superdotados tocayos, Carlos Pacheco y Carlos Calcaño. Uno màs loco que el otro.
Armaba Ravelo asi, un equipo competitivo, con mucho roce de beisbol de caimanera, mas no de equipo.
Sus contrincantes, Los Celis, Valdespino, Deportivo Venezuela.
Fue la época del querido Backstop, donde vimos de cerca, un beisbol aficionado de alta calidad.
Sobre todo de los lanzadores que descollaban con unas condiciones que los acercaban al beisbol profesional. Julio Salom, Isaias Chavez entre los màs sobresalientes.
Fue en esos encuentros, donde debutò por Coche, un hasta ahora desconocido lanzador, procedente del Zulia. Carlos Calcaño, tirador derecho, de gran velocidad, que apenas aprendìa a lanzar, siguiendo las instrucciones de Ravelo, quien al ver la fuerza de Calcaño, no dudo en hacerlo el primer escopetero del equipo.
“El Loco” Calcaño, hijo de un veterano piloto de la draga “Mara”, adscrita al Instituto Nacional de Canalizaciones en el Lago de Maracaibo.
Como buen Marabino, fanàtico furibundo del beisbol. Cada vez que jugaba Coche en el Backstop, Calcaño siempre estaba al pie del cañòn, al lado de Graciano, como un asistente, pendiente de todo.
Pero èl iba de civil, con pantalones de gabardina negra y camisa blanca arremangada.
Ademàs fumaba en el campo. Cuando Carlos era el pitcher y Ravelo solicitaba tiempo para dirigirse a la lomita, bien fuera por descontrol o por alguna otra circunstancia. El viejo calcaño entraba con Ravelo, como su sombra, y con su particular vestimenta.
Después de oir las instrucciones que daba Graciano al pitcher. “El Viejo” Calcaño le decía a su hijo antes de retirarse y a manera de reprimenda…”Carlitos, tirà esa verga puel medio, nojooooda”
HAM/2020

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