YOYO, era un pitcher del brazo derecho, que descolló mayormente en la década de los 40, a nivel amateur. |
San Pedro de Macorís y sus entornos tienen la fama de ser cuna de gran cantidad de peloteros, la mayoría de ellos triunfadores en la pelota local y en el extranjero.
Desde los años treinta están desfilando beisbolistas que supieron destacarse en el principal deporte que jugamos en Dominicana. Los ingenios de azúcar han realizado una amplia labor en pro del auge de la disciplina de las bolas y los strikes.
La Sultana del Este poseía varios ingenios a su alrededor y en ellos la práctica del béisbol era notorio, en cada uno se jugaba constantemente, dando lugar a que atletas del lugar llegaran a convertirse en verdaderos players.
En esa pléyade de jugadores que surgieron en aquellos años de las décadas de los 30, 40 y 50, recordamos muchos nombres, algunos de ellos, Son Howel, Papito Mateo, Chico Contón, Bell Arias, Achín Matos, Miguel Payano, Elvio Jiménez, Rafael Batista, Ricardo Carty, Joaquín Andújar, Manuel Emilio Jiménez, Juan Samuel, etc., etc.
En el año de 1922 nació en el Ingenio Porvenir un niño que llevó por nombre George O’Reilly y que fue conocido por el apodo de “Yoyo”, este desde los doce años se dedicó a jugar a la pelota en los diferentes plays que existían en aquella época.
El muchacho presentaba una gran estampa como pelotero. Con una estatura de cinco pies y 11 pulgadas, a los 22 años pesaba 165 libras y desde un comienzo gustó de lanzar. Tenía muchas habilidades para enfrentarse a los bateadores.
Yoyo poseía un magnífico drop, que en principio no podía controlarlo, pero luego fue mortal en sus envíos. Su velocidad era buena y tiraba sus curvas.
También hay que agregar que el petromacorisano jugaba en los jardines, con un bateo aceptable y cierto poder, ocupando en ocasiones el cuarto turno en el orden al bate.
O’Reilly se caracterizaba por su contextura fuerte y además se identificaba como muy agradable en su trato con el público.
A fines de los años 30, Yoyo jugaba en los equipos amateurs que existían en San Pedro y empezó a distinguirse con el brazo derecho. En 1938, nuestro protagonista ya estaba en condiciones de subir de categoría. Según versiones de la época, en una semana propinó dos nueve ceros. Fueron dos blanqueadas de 6 y 8 hits, dejando a los contrarios sin anotar carreras.
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