Por Ignacio Serrano
Miguel Cabrera falló cinco turnos más, este sábado. En un lapso de cuatro juegos llegó a 13 viajes sin hits y su average amaneció este domingo en .125, solamente. Desde que regresó de una distensión en el bíceps izquierdo, ha ido al plato en 26 oportunidades, ha dado tres hits y ha tomado dos bases por bolas.
A Cabrera le están faltando los jonrones, pero también la consistencia, la regularidad. En los 7 compromisos que ha disputado desde que salió de la lista de lesionados ha hecho prácticamente lo mismo que en el resto de la campaña, en la que muestra promedios globales de .125/.192/.250.
Su estatus en Detroit no pareciera estar en duda. Los Tigres tienen una deuda con él por casi 100 millones de dólares más hasta 2023 y es la cara más representativa de la organización en este siglo. Pero su estatus en la MLB sí lo está.
¿Es que acaso Cabrera perdió su capacidad para batear?
La pregunta ha empezado a escucharse con más frecuencia entre aficionados preocupados por el declive, inicialmente marcado por los problemas físicos y ahora, presumiblemente, por el avance de la edad.
Cabrera tiene 38 años de nacido, cumplidos el mes pasado. Y así como el dominicano Albert Pujols perdió la habilidad para poner altos averages, al aragüeño pudiera haberle llegado el punto natural de no retorno que enfrentan todos los deportistas.
Una muestra muy pequeña para hacer conclusiones
El venezolano apenas ha participado en 14 duelos y ha ido al home menos de 60 veces. Es una muestra demasiado pequeña para hacer conclusiones, aunque ciertamente haya señales que preocupan.
El año pasado, sin embargo, el nativo de Maracay dejó razones para el optimismo entre quienes pueden ir más allá de los numeritos tradicionales. Aunque ligó para .250/.329/.417, lo que representó un retroceso respecto a un 2019 que también fue negativo, se mantuvo entre los bateadores que más duro le pegó a la pelota.
Cabrera ocupó en 2020 el sexto lugar entre todos los grandeligas en la medición que hace Statcast de la contundencia de las conexiones. Es un dato que no puede ser pasado por alto. Arriba de él solo quedaron los dominicanos Fernando Tatis Jr., Miguel Sanó, Christian Yellich, Mike Trout y el quisqueyano Teoscar Hernández, en ese orden. Por debajo de él, todos los demás.
Las conexiones del inicialista salieron de su madero a 93,2 millas por hora. Ningún otro entre sus compatriotas le pegó con más fuerza, ni siquiera Ronald Acuña Jr. o el cubano José Abreu. el Jugador Más Valioso de la Liga Americana.
La velocidad de sus tablas se ha reducido en 2021, ciertamente. Contando hasta el domingo había bajado a 89,7 millas por hora. Pero con algunos atenuantes. La muestra sigue siendo muy pequeña, al punto de que ni siquiera puede aparecer en los conteos oficiales de las Grandes Ligas. Y chocar la bola a esa media no es necesariamente una calamidad.
El joven Bo Bichette, estrella en ascenso de los Azulejos de Toronto, ocupa el lugar 60 del conteo de Baseball Savant entre quienes tienen el mínimo de apariciones. Sus batazos han salido también a 87,7 millas por hora, en promedio.
Bichette y Cabrera, de hecho, superan en velocidad de salida al venezolano Jesús Aguilar, que últimamente ha estado repartiendo jonrones de manera reiterada. Lo mismo hacen con otros artilleros respetables, que están por debajo de ellos: Trevor Story, el cubano Luis Robert, el venezolano Willson Contreras y hasta el mismísimo Joey Gallo.
DJ LeMahieu fue campeón bate en la campaña pasada y también está debajo de esa cifra. Igualmente el dominicano Yermin Mercedes, la gran revelación de los Medias Blancas, y hasta Mookie Betts.
¿Un bajón por decisión propia?
Cabrera incrementó ligeramente su frecuencia ponchadora en la pasada justa. En esta ha pasado a un alarmante porcentaje de 32,1 que en nada se parece a su brillante historial. En mucho le ha perjudicado la reciente mala racha. Vio el tercer strike cuatro veces en sus primeros siete juegos y otras 13 en los siguientes siete, desde que regresó de la lesión.
Puede que se trate de un mal momento, entre los muchos que atraviesan todos los toleteros en las Grandes Ligas. Pero hay algo que pudiera jugar duro en sus discretas estadísticas y es un aspecto que depende de su propia decisión.
Mientras muchos bateadores en las Ligas Mayores han optado por cambiar el ángulo del swing, llevándolo de abajo hacia arriba, él se mantiene igual. Ataca los pitcheos con la misma inclinación en el golpe (12,1 grados o menos en las pasadas dos temporadas) que en su momento de gloria (12,2 grados en 2015, cuando aún estaba en la cima).
Acuña, en comparación, muestra un ángulo medio de 18,1 grados.
Las defensivas rivales tienen mayor capacidad hoy para tomar rodados, pues se ayudan con la analítica y han mejorado su posicionamiento en el campo. Y Cabrera ha decidido no cambiar el swing, no buscar más líneas o elevados. Eso significa sacrificar extrabases, una diatriba que Pujols resolvió al aceptar los ponches y los bajos averages, a cambio de mantener los jonrones.
Al venezolano le han costado los cuadrangulares desde 2017. Y en un aparente intento de al menos proteger su promedio de bateo, también está sacrificando ese aspecto hoy. En 2020, siendo el sexto que le dio más duro a la pelota en toda la MLB, ocupó la plaza 71 en distancia promedio de sus conexiones. Y los fildeadores están controlando sus rodados.
Puede que todo se deba a que la muestra es muy pequeña. Puede que pronto veamos a Cabrera con mejores registros, conforme pueda tomar el paso. O quizás todos los swings fallidos estén advirtiéndonos que el tiempo no pasa en vano, incluso cuando se trata de los más grandes de todos los tiempos.
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Publicada en El Planeta de Boston y El Tiempo Latino de Washington, el domingo 2 de mayo de 2021. Aquí la nota original.
Ignacio Serrano
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