Por Mark Feinsand
Bill Evers recuerda la conversación como si fuese ayer. No es todos los días que tienes la oportunidad de informarle a un futuro Salón de la Fama que ha sido convocado a las Mayores.
Hace un cuarto de siglo, Evers dirigía a los Columbus Clippers. la sucursal de Triple-A de los Yankees en aquel entonces. La gerencia de Nueva York le había informado a Evers que Derek Jeter—el mejor prospecto del club—había sido convocado a las Mayores, donde sustituiría de manera temporal al torpedero dominicano Tony “Cabeza” Fernández, quien se encontraba lesionado.
“Le dejé saber que iba a estar arriba mientras Tony estuviese lesionado y que iba a volver a mí una vez que Tony regresara”, recuerda Evers, quien es ahora el instructor de la receptoría de los Mellizos. “Él estaba entusiasmado de ser subido por primera vez”.
En lugar de convocar de inmediato a Jeter, quien había sido nombrado Jugador de Liga Menor del Año en 1994 por la revista Baseball America, en un principio los Yankees optaron por subir a Robert Eenhoorn, un infielder de 27 años que había debutado en la Gran Carpa la temporada anterior.
Eenhoorn se fue de 7-0 en sus primeros tres juegos, lo cual llevó al gerente general Gene Michael a tomar la decisión de convocar a Jeter para el partido del 29 de mayo de 1995 contra los Marineros en el Kingdome de Seattle.
“Siempre me criticaban por no darles oportunidad a nuestros jugadores jóvenes”, le dijo el dueño George Steinbrenner al New York Post unos días antes de que Jeter fuese convocado. “Siempre me acusaban de desprenderme del nuestro talento joven. Tenemos talento joven muy bueno. Y ahora vamos a saber quiénes son”.
Evers fue al cuarto de hotel de Jeter para darle la noticia.
“Le dije, ‘El simple hecho es que tienes la oportunidad, así que aprovéchala. En septiembre, si te necesitan, estarás listo para volver a subir. Después de eso, ojalá las cosas salgan bien y puedas ser titular’. Iba a llegar a demostrarles que estaban tomando la decisión correcta”.
El capataz Buck Showalter colocó a Jeter en las paradas cortas, bateando noveno.
“Estaba tratando de determinar cómo nos iba a ayudar”, dijo Showalter en el 2014. “Sabía que sería bueno a la hora de correr y robar bases y sentíamos que era capaz de atrapar la bola. Y eso fue apenas dos años después de que cometiera 60 errores en Greensboro”.
En la alineación de los Yankees esa noche estaban Wade Boggs, Paul O'Neill y Don Mattinlgy, mientras que el puertorriqueño Bernie Williams—quien aún estaba a dos años de convertirse en una estrella—batearon por delante de Jeter.
Jeter falló con un elevado, un roletazo y una línea en sus primeros tres turnos ante el boricua Rafael Carmona. Luego, volvió a fallar con un roletazo ante su futuro compañero Jeff Nelson en la novena entrada y con el partido empatado 7-7.
“Cualquier jugador que me enfrentara por primera vez nunca había visto mi slider”, dijo Nelson. “Estoy seguro de que eso fue lo único que vio”.
Con el encuentro aún empatado en la 11ma entrada, Jeter se paró en el plato con Gerald Williams en la antesala, representando la carrera de la ventaja. Jeter se ponchó ante Dave Fleming, con el primero de sus 1,840 ponches.
Los Yankees perdieron 8-7 en 12 episodios y Jeter se fue de 5-0. Luego del partido, Jeter se encontró con su padre, Charles, quien había viajado a Seattle para el debut de su hijo. Los dos buscaron dónde comer y terminaron parándose en McDonald’s.
“Fue el único lugar abierto”, le dijo Jeter al The New York Times en el 2009.
Jeter fue titular nuevamente la noche siguiente, conectando el primer hit de su carrera luego de un comienzo de 6-0. Terminó el encuentro – otra derrota de los Yankees— de 3-2 con un boleto. Luego dio otro imparable en el último duelo de la serie. Los Yankees fueron barridos por los Marineros, que volverían a hundir a Nueva York más adelante en una memorable Serie Divisional de la Liga Americana.
Jeter no experimentó su primera victoria hasta el 4 de junio, cuando los Yankees cortaron una cadena de cinco derrotas seguidas con un triunfo sobre los Angelinos en el Yankee Stadium.
Aunque su actuación no sugirió el inicio de una carrera que terminaría en el Salón de la Fama, Showalter vio lo suficiente como para creer que Jeter tenía la mentalidad correcta y el enfoque adecuado para tener éxito.
“Había algo con lo que todos se sintieron cómodos y es el hecho de que él iba a ser tan bueno como pudiese serlo”, dijo Showalter. “Eso es un gran cumplido, porque es lo que mantiene despiertos a los managers, coaches y directivos: ‘Me pregunto si alguna vez alcanzará su potencial’. Entonces, el cielo es el límite”.
Fernández regresó tras su lesión en las costillas el 8 de junio e inició cuatro juegos en la segunda base, lo que puso a muchos a pensar si los Yankees estaban considerando hacer ése un movimiento permanente para poder mantener a Jeter en el campo corto.
Jeter inició 13 juegos seguidos, bateando .234 con tres dobles, un triple y seis empujadas, sumando tantos hits (11) como ponches (11) en 47 turnos.
El 11 de junio, tras una victoria sobre los Marineros para cerrar una estadía en casa en la que dejaron foja de 3-7, los Yankees se estaban preparando para viajar a Detroit y abrir una serie de cuatro partidos contra los Tigres. Jeter, quien se crio en Kalamazoo, Michigan – a unas 140 millas del Tiger Stadium – estaba ansioso por jugar frente a amigos y familiares.
No tan rápido. Jeter tendría que esperar casi 12 meses para vivir esa experiencia.
Los Yankees enviaron a Jeter de vuelta a Triple-A, junto al panameño Mariano Rivera, quien había permitido cinco carreras en 2.1 innings ese día. Detroit tendría que esperar.
“Creo que fui culpable por asociación”, dijo Jeter en el 2014. “Nos mandaron a las menores. Nuestras maletas estaban empacadas e íbamos a Detroit, así que muchos amigos y familiares tuvieron que cambiar sus planes”.
Antes de que dejara el estadio ese día, Mattingly pasó por el casillero de Jeter y le dijo algo al novato de 20 años: “Vas a regresar”.
Mientras los Yankees partían hacia el aeropuerto, Jeter y Rivera se fueron a un restaurante cerca de su hotel en Nueva Jersey para lamentarse mientras se comían una hamburguesa.
“Hombre, Mariano y yo estábamos muy deprimidos”, le dijo Jeter al New York Post en el 2010. “Fue terrible. Nunca quieres que te bajen, especialmente cuando estás en un nivel en el que crees que puedes jugar”.
“Estábamos devastados, casi llorando”, dijo Rivera el año pasado en el podcast Full Account de MLB.com. “Lo que estábamos sintiendo ese día es algo que no queríamos volver a sentir. Fue un momento bien difícil.
“Fue duro, bien fuerte. Nunca nos habían bajado. En las ligas menores, siempre habíamos subido de nivel. Nos bajaron a los dos ese día. Si le preguntas a él, te va a decir que es mi culpa, porque no hice mi trabajo. Pero era algo por lo que los dos teníamos que pasar para entender nuestras habilidades y la capacidad que teníamos para mejorar”.
Jeter y Rivera regresaron a Columbus más decididos que nunca. Ya habían probado la vida de las Grandes Ligas y querían volver a hacerlo. Sólo que le próxima vez que recibieron esa oportunidad, sería por el resto de sus carreras.
“Lo que yo noté es que estaban más decididos a regresar a los Yankees”, dijo Evers. Se sentían como que habían probado que pertenecían al equipo grande e iban a seguir trabajando duro para que, cuando les dieran nuevamente la oportunidad, regresaran y fueran protagonistas.
“Yo hablé con los dos sobre la experiencia y dijeron, ‘Cuando regresemos, vamos a dejar huella’. Yo siempre les digo algo a los muchachos cuando los llaman desde Triple-A a las Grandes Ligas, ‘No te sientas feliz por estar allá arriba. Ve y deja tu huella para que puedes pasar un buen tiempo en las Mayores”.
Rivera regresó a la Gran Carpa en julio, pero Jeter no volvió a subir sino hasta septiembre. Apareció en sólo dos encuentros y aunque no estuvo en el roster de postemporada del club, Showalter mantuvo a Jeter con el equipo para que saboreara el ambiente de los playoffs.
Showalter fue reemplazado por Joe Torre después de la campaña de 1995, mientras que Jeter se apoderó del puesto de campocorto en la primavera de 1996 luego de que Fernández sufriera una lesión que le puso fin a su temporada.
Viendo hacia atrás, ¿pensó Showalter que aquel muchacho delgado de 20 años que puso en el lineup esa noche en Seattle iba a terminar teniendo una legendaria carrera digna del Salón de la Fama?
“Nadie es así de inteligente”, dijo Showalter. “¿Pensar que va a pasar 19 años después? Vamos, hombre. Ahora, viendo hacia atrás, no me sorprende, porque se trata de quien se trata”.
Mark Feinsand es reportero ejecutivo de MLB.com. Se integró a MLB.com como reportero por primera vez en el 2001.
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