MAESTROS DEL ROBO, QUE NO ERAN VELOCISTAS
Cuando pensamos en grandes robadores de bases, el imaginario nos lleva directo a Ricky Henderson, Lou Brock o Vince Coleman: centellas humanas que convertían cada pasillo de tierra en un campo de pruebas de atletismo. Sin embargo, la historia del beisbol también nos regala otro tipo de ladrones: jugadores que, sin ser bólidos de 30 yardas, dominaron el arte del robo con astucia, lectura de lanzadores y un sentido del timing casi quirúrgico.
Paul Molitor: precisión más que velocidad
Molitor nunca fue el velocista más explosivo de su época, pero terminó su carrera con 504 robos. ¿Cómo lo hizo? Con lectura. Su porcentaje de éxito fue altísimo porque rara vez corría por impulso; sabía cuándo el pitcher estaba distraído, cuándo el catcher se adelantaba y cuándo la situación táctica lo pedía. Era más ajedrecista que velocista.
Barry Bonds: el poder oculto de la inteligencia
Antes de transformarse en el slugger de fuerza descomunal, Bonds fue un gran robador de bases, acumulando 514 estafas. No tenía la explosión de Henderson, pero sí un ojo clínico para detectar patrones en los lanzamientos. Su tasa de éxito (80%) refleja que no corría por correr: corría cuando sabía que iba a llegar.
Jeff Bagwell: un primera base que rompía estereotipos
El simple hecho de que un inicialista —tradicionalmente corpulento y lento— terminara su carrera con 202 robos lo convierte en caso de estudio. Bagwell no era rápido, pero sí agresivo y extremadamente disciplinado al leer al pitcher. Sorprendió a baterías enteras que nunca esperaban verlo salir disparado.
Chase Utley: inteligencia de segunda base
Con 154 robos y apenas 22 atrapados, Utley fue uno de los corredores más eficientes de su generación. Nunca fue considerado veloz, pero entendía ángulos, conocía a los pitchers y corría solo cuando el margen estaba a su favor. Su porcentaje de éxito supera a muchos especialistas.
Carlos Beltrán: el discreto maestro del timing
Aunque poseía buena velocidad, Beltrán no era un velocista puro, pero cerró su carrera con 312 robos y apenas 49 atrapados: un porcentaje de éxito del 86%. Su inteligencia para estudiar lanzadores y escoger momentos fue tan alta que incluso Bill James lo describió como "probablemente el corredor de bases más inteligente de su generación".
Conclusión
El robo de base no siempre pertenece a los más veloces. A veces, es un arte de cálculo, de paciencia y de lectura. Molitor, Bonds, Bagwell, Utley y Beltrán nos recuerdan que en el beisbol la inteligencia puede compensar la falta de velocidad bruta. Porque a fin de cuentas, el robo no es cuestión de pies ligeros… sino de cabezas rápidas.
¿Recuerdas otros peloteros que merecen estar en esta lista?
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