Por Andrés Pascual
Hubo una epoca para los paises del Caribe, interesados en el beisbol, porque lo seguian en sus paises por radio, que “beisbol mayor” era la Liga Invernal Cubana; no existian las transmisiones de las Grandes Ligas por television y, en algunos, tampoco se podia disfrutar de la descripcion y el comentario radial de la Serie Mundial, a traves de la Cabalgata Deportiva Guillete, en las voces de Buck Canel y Felo Ramirez.
Uno de esos paises en los que escuchar las transmisiones de la Liga Cubana era tan obligado como la asistencia a misa de la familia del “gallego” de la esquina, fue la República Dominicana.
Los dominicanos conocian palmo a palmo cada trecho de la carrera por el primer lugar del Almendares, Cienfuegos, Marianao y Habana; conocian a todos los peloteros y sus idolos estaban en esos clubes que, muchos de los que no actuaban en el Beisbol Organizado o en la Liga Mejicana por cuestiones de edad o rendimiento, iban a Dominicana en el verano desde 1951, año en el que Tiant Tineo y otros entusiastas fundaron el circuito, que muchísimos cubanos contribuyeron a fortalecer, dejando huella fácilmente identificable en el Beisbol Organizado de hoy: Santiago Ulrich, Fermin Guerra, Ray Gavilan, Pedro Formental, Silvio Garcia…ídolos de generaciones anteriores a Vladimir Guerrero, David Ortiz, Tejada, Pedro Martinez…especie de semilla prodiga tambien.
En 1994. invitamos a Juan Marichal a tirar la primera bola del juego inaugural del campeonato de veteranos “Los Amigos”; uno de los clubes era el Almendares, dirigido por Orlando Pena y del que yo era Relaciones Publicas; en un aparte que hice con el inmortal “de verdad” de Republica Dominicana, conversando sobre la pelota invernal, me dijo: “Mi sueño infantil era lanzar para el Almendares…se me quedo por hacer en mi carrera, lamentablemente”.
El Almendares embrujaba mas que “los jonrones brujos de Saguita Hernandez”; por ejemplo, el club mas poderoso en la historia del beisbol cubano dicen que fue un Santa Clara de la década de los 20’s, apodado los Leopardos, con una constelacion de estrellas criollas y americanas de Ligas Negras que “metía miedo”; pero eso a nadie le importa a la hora de consideraciones mas o menos justas; el club grande fue el Almendares de..,DE CUALQUIER ANO, que no por gusto “El que le gane al Almendares se muere”.
Tan grande es el Almendares que; a pesar de que un nuevo equipito color azul pretendio sustituirlo en Cuba; a pesar de que fanáticos que no saben ni que el estadio no es una “obra de la Revolucion”; a pesar de que esos, con la ayuda de Eddy Martin, Roberto Pacheco y Hector Rodriguez desde Cuba o Jorge Ebro, Omar Claro, Armando Fernandez Lima, Marino Martínez y varios más por aqui lo quieren imponer como “el equipo mas famoso de todos los tiempos de allá”, más que equivocacion una falta de respeto a la tradicion y la historia, la verdad es que, hasta donde yo sé, ningún jugador caribeño que actúe en Grandes Ligas o en los circuitos menores, ha demostrado interés por jugar con Industriales nunca; de hecho, nadie conoce ese team, aunque por estos lares se pone presion como si fuera lo contrario; sin embargo, aun en Puerto Rico, Dominicana, Panamá… mencionan al simbolico alacrán como parte de una historia que navega en las aguas plácidas y seguras de la inmortalidad…
¿Podrian esos equipitos de manigua de la pelota de Castro integrar el firmamentto estelar del beisbol cubano? Antes de responder, sepa que en las cinco causas abiertas y en las que ya no abren por arreglos de juegos con apostadores, siempre ha estado Industriales, en alguna oportunidades sólo ese equipo…despues de esto, considere si sitúa al Duque donde a Luque, Marrero, Cuellar; a German Aguila como a Hector; a Anglada como a Taylor o a German Mesa como a…Willy Miranda.
Junto a Roberto Ortiz, posiblemente sea Willy Miranda el único pelotero cubano cuya personalidad irradió tanto que, al llegar al público, se convirtió en atracción indiscutible, real “angel para la fanaticada”, porque era un jugador preferido de los ninos y jóvenes de durante los cincuentas, por su sonrisa jovial siempre o por su cara de muchacho picaro y simpático en el mejor sentido de la picardía; pero, lo real, fue que jugaba el campo corto como nadie y se enfundaba en la mas venerada y famosa franela cubana de todos los tiempos: el glorioso Alacranes del Almendares.
Willy Miranda si era un mago del guante, calificativo tan pisoteado en estos días que, a cualquier hijo de vecino se lo disparan antes del nombre…
Uno de los olvidados a punta de pistola por los confiscadores de la historia de Cuba con el objetivo de imponer a otros que no los conocen ni en su casa, fue un mago por su sentido de la colocacion; por el alcance increíble que tenía hacia ambos lados; por la velocidad y seguridad hacia adelante; por la forma como fildeaba, de espaldas al plato, batazos en profundidad intermedia; porque fue un verdadero maestro en el fildeo de los rebotes malos, la jugada más difícil y agresiva en el campo corto, para la que no hay un mínimo de preparacion y por la ejecucion de la doblematanza, con velocidad, sensacionalismo y seguridad ñunicas.
El brazo de Willy Mianda era un verdadero fusil de alto calibre con un aditamente: siempre soltaba la bola, nunca se quedaba con ella por profundo que hubiera fildeado y, nadie lo dude, tal facultad le hacáa alardear en los disparos a primera base.
Con Willy Miranda en el campo corto, por el alcance extraordinario que tenía, por la velocidad y el sentido de la colocacion, había que correr duro de home a primera siempre. Gene Woodling, de los Yanquis de Nueva York, confesó en la anécdota correspondiente a su postalita Bowman (enmarcadas en un televisor, de amplia circulacion en Cuba antes de la tiranía dictatorial), que, en un juego entre Yanquis y Carmelitas de San Luis, una vez en que bateó entre tercera y short, tan duro que ni él mismo vio salir la bola hacia el hueco entre bases, salió corriendo hacia primera confiado en que la bola habia pasado, pero, en fracciones de segundos, Bill Dickey, coach de primera de los Yanquis, le apuraba a gritos porque Willy le partió a la bola, se enredó con ella y disparó a primera…el tiro llegó primero y, segun el jugador, Willy le robó lo que hubiera sido un indiscutible con otro torpedero.
Willy tenía su propio territorio de juego, quiero decir que para que un corredor normal tuviera oportunidad de llegar quieto, la cogida tenía que haber sido encima de la raya de cal, donde fildeaba con más normalidad que tomarse un desayuno cada manana y, desde allá, disparaba.
Como torpedero estelar y regular del club por 10 años, al increíble Willy Miranda le colocaron al lado a varios camareros, por su facultad innata de pelotero, por su intuición e instinto de juego, solo necesitaba un par de encuentros para coordinar perfectamente el trabajo con el compañero en la mancuerna de la doblematanza: Bob Yong, Forrest Jacobs, John McKay, Tony Taylor…yo recuerdo a Taylor y dudo que hubiera podido combinar con alguien mejor; admito la igualdad de otra combinacion; pero no la superioridad.
Aunque muchos fanaticos y gente de prensa que vieron más de 20 años aquella pelota, dicen que la de Bob Young fue fabulosa, yo no la vi y el crédito lo doy hasta donde escribí.
Siempre se emplea un argumento desde la trinchera del detractor, por regla general poco incisivo en los vericuetos del beisbol, para disminuir la personalidad de Willy, basado en su pobre bateo, lo que fue verdad; pero se debería atender a ciertos argumentos, más de 45 anos despues de su retiro, tiempo que la pelota no ha detenido su curso y los alrededor de los 10 últimos de visible decadencia y debilidad del juego en sentido general.
Cuando se hable del pobre bateo de Willy y varios y de otros, que no destacaron por émulos de Ted Williams en Cuba, durante los cincuentas y más atras, se debe tener en cuenta que jugaban en la fortísima Liga Cubana, pitcheo algo menos que la Liga Grande de ayer, por tanto, superior al de muchos clubes de estas dicen que Mayores hoy; pero, a medida que comenzaba a cumplirse el itinerario del Beisbol Organizado de aquella época para un pelotero, se enfrentaba un pitcheo, aun en Ligas Menores, que, por la inteligencia de los pitchers, el caudal de sus recursos y el control más absoluto de la zona de strike, se puede catalogar de calvario deportivo el oponérseles desde el plato.
Ni sonar con esa base por bolas administrada por el relevista que concluye el juego de la forma más bochornosa posible para su equipo, que se ha convertido en rutina viciosa, ni con una recta que se va a la zona mala porque no tiene control y, porque no la ven ni curva ni recta estos narradores poco duchos en el meollo del pitcheo, que es identificar el tipo de lanzamiento, casi siempre le llaman “breaking ball”, que en español significa “rompimiento”, forma por la que, como no saben identificarlo, lo nombran.
Poco se puede esperar hoy cuando ni los peloteros saben a qué lanzamiento le dieron…Pero en la epoca de Willy Miranda, las Mayores lo eran de verdad y el picheo se llamaba control y esos lanzamientos, que quieren pasar por “brujos”, que aprende a tirar un pitcher entre más de 200, los tiraba cualquiera en ese nivel con control y total dominio del mismo antes de que Bill James, Roger Clemens, Barry Bonds o Alex Rodriguez “inventaran el juego”.
Willy paso por la Liga Cubana como un bateador pobre; pero no invalido, alguna que otra vez bateo .300, otra .290 .280 y asi…
En el circuito unionista amateur; mientras jugaba para el Telefonos, pelota en que el pitcheo era muy superior al del castrismo, el sensacional torpedero logró integrar el equipo Cuba que asistio a los juegos Centroamericanos de 1946, por un magnifico .355; en sus tres años de aficionado, logró un promedio de por vida de .315.
Pero no era un buen bateador y la pregunta que se debe hacer todo el que cuestione o pretenda comparar al oriental con los neófitos de hoy, sobre todo de la Cuba de hoy, debe ser, ¿Qué haría este jugador quien, bateando como lo hacía, pudo jugar nueve años en unas Grandes Ligas que lo eran de verdad y, sin dudas, mucho más fuertes y mejores que hoy? ¿Que tenía en su juego, que los Yanquis de Nueva York se decidieron a contratarlo como apoyo del inmortal Phil Rizzuto?
Esto que voy a contar nos lo dijo a Pedro Ramos, a Orlando Peña y a mi, el diminituto Scooter, gran torpedero yanqui, a una pregunta mía en Fort Lauderdale hace varios anos: cuando le pregunté cómo era Willy haciendo doblematanzas, basado en una historia que corría en Cuba, en que contaban que el innmortal de los Yanquis, en algun momento, había sugerido que el cubano demoraba la bola en la jugada, nos dijo: “No, nunca dije eso, si yo hubiera hecho no solo dobleplays como Willy, sino tenido su juego en defensa general como él, yo hubiera sido no solo el mejor fildeador de la posicion de todos los tiempos, sino el mejor en sentido completo; nadie fue, ni es como Willy Miranda, porque no fildeaba; sino que daba recitales…”
Pero en 1995 “importamos”, para que huciera el lanzamiento inaugural del campeonato Los Amigos a Luis Aparicio, segun Fausto Miranda, legendario cronista deportivo cubano y hermano de Willy, fallecido en el 2006, “lo mejor de la era moderna del campo corto” y Aparicio, que nada debe porque nada toma prestado, a una pregunta del fallecido locutor deportivo Sarvelio del Valle con relacion al fildeo de Willy, dijo: “…se podía fildear donde lo hacía; pero les aseguro que pocos podían tirar desde donde disparaba…”.
Willy Miranda cubrió las dos últimas entradas del no hit no run que le lanzó Hoyt Wilhelm a los Yanquis en 1958, peticion expresa del serpentinero al director Paul Richard.
Llegó al profesionalismo por la vía del Almendares en 1948-49, con los Azules se mantuvo hasta la campaáa 1958-59, que lo cambiaron al Habana; en Grandes Ligas Washington, Medias Blancas de Chicago, Carmelitas de San Luis, Yanquis de Nueva York y Orioles de Baltimore disfrutaron del juego seguro y sensacional del cubano en el campo corto.
Nació en Velazco, provincia Oriente, el 24 de mayo de 1926, falleció a los 70 años en Baltimore el el 7 de septiembre de 1996.
En 1995, en casa de Fausto, me dijo: “Viajo a Cuba la semana próxima, no me siento bien y quiero ver la tumba de mis padres…” Cuando regresó, nos encontramos en el terreno de Hialeah que tenía por sede Los Amigos y me dijo, llorando: “Estuve en el Crip -edificio donde residían muchos jugadores y personal de prensa de la Liga Cubana, de lujo y detras del leftfield del Estadio del Cerro, Willy residió allí-, a ver mi apartamento, con el pulmón a cuestas, casi me caigo, porque el tipo, un negro grande como de 6’2, me dijo: “coño tú eres Willy, te lo estoy cuidando, -No, le riposté, es suyo, que no se lo quite nadie, y me tuve que quedar a comer con el individuo”.
Willy Miranda, trabajador de la oficina de la ciudad de Baltimore, enfermó de los pulmones porque respiró humo ayudando a salvar a una familia pobre, cuya casa se incendió en un suburbio de la ciudad donde residia, entonces lo agredió el cruel enfisema pulmonar, que no solo le obligó a moverse por siempre con un respirador artificial; sino que le arrancó su valiosa vida.
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