martes, 5 de mayo de 2020

La historia original de Roberto Clemente, futura estrella de los Dodgers


Por Joaquín Villamizar
Historias del diamante

Hoy vamos a hablar acerca de la firma y de los inicios de Roberto Clemente como pelotero de las Menores en el beisbol de Estados Unidos.

Los Dodgers de Brooklyn firmaron a Roberto Clemente el 19 de febrero de 1954, días antes del comienzo de los entrenamientos.


Durante toda su vida, Roberto recalcó que eso fue “un engaño”, y lo describía así: “Los enviados de los Dodgers me intentaban explicar que recibir un bono grande no era bueno para mí y que otros jugadores se habían arrepentido de aceptarlo. Que era mejor cobrar poco dinero y tratar de salir adelante por sí mismo. Eso lo comprendía yo. Pero tampoco tenía otra explicación a mano. Evidentemente, los Dodgers se habían enterado que los Bravos me querían pagar 4 veces más por mi firma, 40 mil dólares”.

Al Campanis, quien ese año dirigía un equipo en Cuba, fue quien sugirió a los Dodgers firmar cuanto antes a Roberto para Grandes Ligas, pues si no lo haría otra organización. La Regla 5 aprobada en 1954 establecía que “todo jugador firmado con bono mayor a 4 mil dólares debía permanecer durante toda la temporada en las Mayores. En caso de ser enviado a las Menores, no podrían subirlo en todo el año y, al final de la campaña, quedaría disponible para ser adquirido en el draft por el mínimo de 4 mil dólares”.


Clemente aceptaba que la suma de 10 mil dólares estuvo bien por su firma, más los 5 mil dólares de sueldo por la primera temporada. Pero insistía en que la negociación para enviarlo a las menores había sido una farsa, pues consideraba que debieron subirlo de una vez a la Gran Carpa. Decía que nunca fueron claros con él y por eso padeció un tremendo calvario en su primer año de pelotero profesional.

El vicepresidente de los Dodgers, Buzzie Bavasi, lo envió a Triple A (Montreal) y dio una orden al manager Max Macon: “A Clemente debemos ocultarlo de los scouts de los demás equipos. Así que mantenlo fuera de juego lo más posible. Aunque es verdad que le hace falta jugar más para que se desarrolle”.

Pero esta conspiración ¿cómo se entiende? ¿Por qué hicieron los Dodgers eso? ¿Por qué no lo subieron directo a las Grandes Ligas?

Durante décadas se ha insistido en que todo obedece a la decisión de los Dodgers de no llevar más afroamericanos a su roster ese año de 1954. Había sido el primer equipo del Siglo XX en las Mayores en admitir uno en sus filas, cuando en 1947 contrató a Jackie Robinson. Siete años después, además de Robinson, tenía a Roy Campanella, Junior Gilliam, Dan Blankhead, Don Newcombe y Joe Black. Lo cierto es que en 1954 hubieran podido abrirle a Clemente un cupo entre los outfielders, que en ese momento eran Duke Snider, Carl Furillo y Jackie Robinson, pues tenían proyectado enviar a Robinson de vuelta al infield, como en efecto hicieron más tarde. Pero Roberto estaba en las Menores, y durante la primera semana de aquella temporada de 1954, disparó un jonrón de más de 400 pies por el leftfield del Delorimier Downs Stadium de Montreal.

Fue el primero en la historia en sacar la pelota por ese rumbo, hazaña difícil de lograr, ya que el viento siempre estaba en contra del bateador.

Al día siguiente, la prensa local ponderaba sus habilidades con el bate. ¡Y él leyó las noticias sentado en el banco! ¡No reapareció en la alineación, sino una semana después! Y en el primer inning, con las bases llenas, le tocaba tomar su primer turno. Y cuando se dirigía al home ¡Increíble! ¡El manager lo llamó y lo sentó, para mandar en su lugar a un emergente!

Dos días más tarde, Clemente disparó 3 triples en 4 turnos, pero su regalo en el juego siguiente fue no ser alineado.

Clemente dijo sobre eso: “Los Dodgers querían que yo me viera mal, por lo que me sentaban apenas bateaba bien y me volvían a alinear si había estado mal con el bate ¡De verdad, me sentí muy mal!”.

Incluso el piloto Macom lo trataba mal como persona. En las prácticas, antes del juego, no le permitía batear en el grupo de los outfielders, sino con los pitchers. Pero nada lo entristeció más que el hecho de no jugar todos los días.

Bavasi declaró años después: “Sabíamos que íbamos a perderlo en el draft, por haberlo firmado con bono de más de 4 mil dólares y por no mantenerlo en Grandes Ligas. Fue nuestro gran error. Entonces, ¿por qué perder el tiempo desarrollándolo para otro club? Por eso, en la mayoría de los juegos, Clemente sólo salía a la defensiva en los últimos innings o como emergente.

La desesperación llevó al muchacho a enfrentarse a su timonel y éste le respondió con una mentira: “Todo lo que hago es lo mejor para un novato que juega en las Menores”.

A esas calamidades en el terreno de juego, se agregó el racismo. Una tarde, en Richmond, Clemente quiso entrar al mismo restaurante donde iban otros peloteros del equipo y le dijeron que allí no atendían afroamericanos (usando otro calificativo).

¡La situación lo llevó a sufrir una crisis nerviosa! A comienzos de julio de ese año 1954 estaba tan desesperado que decidió regresar a su casa en Puerto Rico. Sin embargo, para su buena suerte, los Piratas de Pittsburgh, habían enviado al scout Howie Haak con la misión de verlo jugar. Tenían los mejores informes del boricua. El manager Macom (gran amigo de Haak) le contó la verdad y sí, confesó que los Dodgers habían ordenado sentar continuamente a Roberto para ocultarlo de los scouts, en un esfuerzo por evitar que se lo llevaran en el draft de postemporada.

Clemente no quería cambiar de equipo, quería quedarse en Brooklyn. Era la época en que los puertorriqueños integraban la más grande colonia de habla hispana en Nueva York. Haak  supo que el boricua quería regresar a Puerto Rico y que lo suspenderían si se iba. Así que se acercó al Hotel Powers, en donde Clemente hacía sus maletas para irse a su tierra, y le dijo: “Ya deja de hacer el equipaje muchacho, que nos vamos para el stadium. Los Reales de Montreal tienen juego esta noche. Te prometo que los Piratas vamos a asegurarte en el draft, porque seremos los primeros en escoger. Y el año que viene serás nuestro right field de todos los días”.

Roberto le contestó: “Ya he decidido irme, señor”. Haak, le dijo: “Podrías estar acabando tu carrera y darle el gusto a los Dodgers. Si te vas, serás suspendido y serás inelegible para el draft. No podríamos adquirirte. Te necesitamos, hijo. Te suplico que no te vayas. Soporta todo. ¡Sé inteligente!”. Clemente terció: “¡Pero, bueno! ¿Y tengo que soportar tantas humillaciones diarias durante una temporada completa? Soy un hombre de honor, señor!”.

En la mejor jugada de su vida, Haak logró convencerlo que se quedara. Cuando Clemente regresó esa noche al clubhouse, para el juego de la noche, el manager Macom le dijo: “Necesito hablar contigo, ¿puedes venir a mi oficina?”. Clemente replicó: “¡Prefiero no ir, señor! Si es algo sin importancia, déjeme tranquilo. No sé por qué causa usted no me pone a jugar, pero ya no importa, seguiré aquí, incluso a pesar de que no soy su amigo y jamás lo seré. ¡No puedo serlo!”.

Macom murió en 1989. A pesar de la confesión a su amigo Haak, siempre sostuvo que los Dodgers jamás le exigieron restringir la acción a Clemente. Pocos le creyeron.

En la próxima semana continuamos con la historia de quien para muchísimos fanáticos es el mejor latinoamericano que ha pasado por las Grandes Ligas.

Es historia, amigos.

Joaquín Villamizar


Fuentes: Bruce Markusen: "Roberto Clemente, The Great One". Reportaje sobre Roberto Clemente, revista Hit, julio 22 de 1975, por Justo Sánchez. Roberto Clemente, revista Venezuela Deportiva (1968), por Juan Vené. "Cinco mil años de béisbol", por Juan Vené.


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