Por Matt Kelly
¿Cuál es la actuación más dominante que puede lograr un lanzador?
La primera reacción es decir probablemente, “un juego perfecto”. Pero hoy, 6 de mayo, es el aniversario de un juego que, sin ser perfecto, tiene muchos argumentos para ser considerado la mejor exhibición de pitcheo jamás vista.
Hace 22 años, un día como hoy, un novato de 20 años del nombre de Kerry Wood alcanzó lo más alto de un lanzador, gracias a su joya de 20 ponches (empatando un récord) y un solo hit ante los Astros en el Wrigley Field. Fue apenas la quinta apertura en la carrera de Wood, quien aquel día se levantó con 5.89 de efectividad y 12 bases por bolas otorgadas en sus primeros 18.1 innings en las Grandes Ligas. Los primeros envíos de Wood en el Wrigley presagiaron más de lo mismo. Los hizo durante una desastrosa sesión de calentamiento a la que le puso fin rápido, pensando que si tenía algo en la bola ese día, lo mejor sería guardarlo para el partido
Paso seguido, Wood soltó posiblemente la más letal combinación de pitcheos jamás vista en un montículo de las Mayores. Cuando Wood ponchó a Derek Bell abanicando para completar la victoria por 2-0 de los Cachorros sobre los Astros en apenas dos horas y 19 minutos, había empatado la marca de todos los tiempos de Roger Clemens por más ponches en un encuentro de nueve entradas, y además no dio ni un solo boleto. Los únicos que se le embasaron fueron Ricky Gutiérrez con un rodado de hit que de hecho pegó en el guante del tercera base Kevin Orie en el tercer inning, y Craig Biggio con un pelotazo en el sexto.
“Sabíamos que estábamos en problemas en el primer inning”, recordó Gutiérrez.
De acuerdo con al menos una métrica, la actuación de Wood esa tarde en Chicago es la más dominante exhibición de nueve episodios en la Era Moderna del juego, por delante de salidas sin hit ni carrera y juegos perfectos. Esa métrica es conocida como “game score” (o marcador del juego), una estadística creada por el sabermétrico Bill James que sirve para evaluar de forma bien rápida y sencilla cómo le fue a un lanzador un día determinado.
El marcador de un serpentinero empieza en 50, y luego va subiendo a medida que el pitcher va acumulando cosas buenas (entradas y ponches) y evitando cosas malas (hits, bases por bolas, carreras permitidas, etc.). La fórmula es la siguiente:
• Empieza con 50 puntos (una salida promedio)
• Añade un punto por cada out conseguido (o 3 puntos por entrada)
• Añade dos puntos por cada inning completado después del cuarto acto
• Añade un punto por cada ponche
• Substrae dos puntos por cada hit permitido
• Substrae un punto por cada base por bolas otorgada
• Substrae cuatro puntos por cada carrera permitida
• Substrae dos puntos por cada carrera inmerecida
Ahora, probablemente ya tienes una idea de por qué el “game score” de Wood ese día sigue estando en lo más alto. Hizo todo lo bueno y nada de lo malo. Calculando paso a paso, así lució la labor de Wood:
50 + 27 (juego completo, 27 outs) + 10 (cinco innings completos después del cuarto) + 20 (ponches) - 2 (un hit permitido) = “game score” de 105
(Las estadísticas que usaba James para calcular el “game score” salían de la línea del lanzador en el boxscore, que en los años 80 no incluían los bateadores golpeados, y todavía no lo hacen. Incluso si se le aplica la penalidad de un punto de los boletos al golpeado de Wood, su marcador bajaría sólo a 104, y todavía estaría empatado en el primer lugar).
1) Lanzar el juego completo: Sin esos 37 puntos añadidos por el partido completo, quedando así el lanzador con un marcador base de 87 antes de los ponches, hits, bases por bolas y carreras, la única oportunidad real es lograr algo como ponchar a los 24 bateadores enfrentados en una blanqueada de ocho episodios (50+24+8+24 = 106).
Y si está lanzando un juego perfecto tras ocho entradas, el manager podría perder el cargo si no lo manda de vuelta a la lomita para el noveno capítulo.
En la temporada del 2019 se vieron apenas 45 juegos completos – bien por debajo de los 166 que hubo al iniciar la década – y los abridores promediaron aproximadamente cinco innings por apertura.
2) Lanzar el juego completo… y no permitir carreras: Los cuatro puntos sustraídos incluso por una sola carrera limpia permitida es un lujo que no puedes darte si quieres igualar o superar a Wood. La penalidad de dos puntos por carrera sucia es más o menos lo mismo, salvo que esa carrera se produzca como consecuencia exclusiva de errores o golpeados. Si necesitas una blanqueada, el año pasado sólo hubo 26 de ésas en las Grandes Ligas.
3) Ponchar a casi todo el mundo: Si bien un juego completo pone el “game score” de un lanzador a 18 puntos de los 105 de Wood, incluso con una joya de 15 ponches, cero boletos y cero hits, se llegaría sólo a 102. Hay que ponchar como una máquina, y además hacerlo de forma económica para poder cubrir la ruta.
Hay una razón por la cual sólo ha habido cinco aperturas de nueve innings y 20 ponches. Desde que Max Scherzer ponchó a 20 en el 2016, casi nadie ha logrado sumar 15 tras siete entradas. E incluso si llevas ritmo para poner en peligro el récord de Wood, tendrás que convencer a tu manager a olvidarse del conteo de pitcheos. Wood necesitó de 122 lanzamientos para maniatar a los Astros en 1998, una campaña en la que su dirigente Jim Riggleman lo dejó pasar de 120 envíos en ocho aperturas distintas. El año pasado, Trevor Bauer fue el único serpentinero de 120 pitcheos en cuatro juegos distintos.
Scherzer es quien ha estado más cerca de la marca de Wood en estos últimos 22 años, pero no por su salida de 20 ponches, sino por su juego sin hit ni carrera de 17 ponches en el 2015 contra los Mets. Scherzer terminó ese día con un “game score” de 104 (50+27+10+17). En cuanto a las últimas dos temporadas, el no hit no run con 14 ponches de Justin Verlander en septiembre pasado y la blanqueada de 16 ponches de Gerrit Cole contra los D-backs en mayo del 2018 tuvieron un marcador de 100, todavía cinco puntos por detrás de Wood.
No hay dudas de que si un lanzador algún día logra superar a Wood nos vamos a enterar, porque puso la barra tan alta que las únicas posibilidades de lograrlo son con algo histórico, como un no hit no run de 20 ponches, o un día de 21 o 22 abanicados para compensar la posibilidad de un hit o una base por bolas. Cole, Scherzer o Verlander podrían ser capaces de algo así, pero incluso tratándose de caballos de ese talento, necesitarían estar en el mejor de sus días.
La explosión de Wood en el Wrigley aquella tarde no sólo fue especial en el momento, sino que podría aumentar su aura con el paso del tiempo. Y pensar que pudo haber sido todavía mejor si aquel batazo de Gutiérrez que no pudo manejar Orie hubiese sido anotado como error.
Matt Kelly es reportero de MLB.com con base en Nueva York.
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