Jason Beck/MLB.com
LAKELAND, Florida – El sonido que provenía de los terrenos traseros de Tigertown era imposible de ignorar, incluso más allá de las paredes.
Miguel Cabrera estaba de vuelta al terreno, bromeando con los demás jugadores en las prácticas y ayudándoles con sus entrenamientos.
“Amo el béisbol y me encanta pasarla bien en el terreno”, dijo el venezolano a través de una entrevista telefónica. “Me fascina estar allá afuera. Puedo enseñarles a estos muchachos a divertirse, pero al mismo tiempo a trabajar duro. Mientras más relajados puedan estar en el terreno, pienso que mejor pueden pensar y reaccionar con las jugadas. Trato de disfrutar esto y pasarla bien. Intento hacer lo que amo: Jugar béisbol”.
Entre toda la grandeza en la carrera de Cabrera, su capacidad de divertirse en los campamentos año tras año es digno de admirar. Cercano a su 38vo cumpleaños y 19na temporada en Grandes Ligas, aún cuenta con el ánimo de quienes tienen la mitad de su edad.
Eso lo hace encajar, dado que los nombres más importantes del equipo en los entrenamientos están alrededor de esa edad. Riley Greene tenía dos años y Spencer Torkelson tres cuando el oriundo de Maracay debutó en las Mayores con un jonrón de oro el 20 de junio del 2003 con los Marlins.
Incluso para los jugadores que han estado más tiempo en Grandes Ligas, es difícil recordar cómo era el béisbol antes de Miggy. Esos muchachos crecieron viéndolo ser una potencia, tratando de emular su swing. Ahora son compañeros de equipo.
“Sigo siendo joven”, dijo Cabrera con una sonrisa. “Es un poco extraño cuando te dicen [que se criaron viéndote], pero al mismo tiempo te das cuenta del tiempo que llevas bateando. Muchos años. Ahí caes en cuenta del tiempo que llevo en el juego”.
Ahora ellos están jugando a su lado mientras él busca hitos importantes. Para él, la meta es la historia.
Cabrera necesita 13 jonrones para llegar a los 500 y 134 imparables para los 3,000. Espera alcanzar ambos este año.
“Es una de mis metas de este año”, confesó.
No sólo hará falta una temporada saludable, sino una productiva. En cuando a su salud, Cabrera afirma que se siente de la misma manera que en el 2014, 2015, cuando apenas superaba los 30 años y aún competía por títulos de bateo. Sus entrenamientos para intentar jugar parcialmente en la inicial lo han ayudado.
“Me siento más como cuando estaba en salud”, dijo. “Siento que puedo mover mis piernas, mi cadera y mi cuerpo cuando estoy bateando. No estoy intentando hacer demasiado. Puedo hacer mi swing de manera más natural. Creo que eso me ayudará este año a producir más, batear para más poder e intentar volver a aumentar mis promedios”.
Y sí, alcanzar marcas históricas. Cabrera pasó años jugando por el éxito del equipo y las marcas individuales eran un resultado de eso. Cuando ganó la Triple Corona de bateo en el 2012 en medio de una lucha por la postemporada, su compañero de entonces, Prince Fielder, tenía que recordarle en ocasiones que lo disfrutara.
Eso lo aprecia el venezolano ahora.
“Ahora, a esta altura de mi carrera, 3,000 [hits] y 500 jonrones. Nunca [pensé] en eso”, dijo. “Al fondo de tus pensamientos esperas poder lograrlo algún día. Pero ahora, estar en posición de hacerlo es increíble. Estoy orgulloso de lo que he hecho en mi carrera, pero no quiero parar ahora; quiero continuar sumando números, divirtiéndome y tratando de ganar juegos. Si podemos ganar muchos juegos, creo que los números estarán ahí al final del año”.
Sólo en caso de que pueda olvidarlo, Cabrera tendrá compañeros jóvenes que se lo recordarán.
“La manera en la que me hablan, cómo lo hacen, puedes ver en sus caras lo emocionados que estarán”, dijo. “Sabes que se preocupan por mí de la misma manera en la que yo por ellos. Eso significa mucho, porque son familia y si nos mantenemos juntos y podemos salir a jugar unidos, creo que seremos un equipo diferente”.
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