Tarik Skubal: del olvido a temido… Así se forjó el nuevo amo del montículo
Había algo casi épico en la forma en que Tarik Skubal pasó de ser un noveno ronda ignorado a dictar cátedra cada vez que sube al montículo. No fue por fuerza bruta. Fue por cerebro, corrección quirúrgica... y un cambio de juego llamado cambio de velocidad.
1. El ojo humano sigue derribando algoritmos
En 2018, pocos equipos se molestaban en seguir a un zurdo venido de Seattle University que venía de cirugía en el codo. Pero el scout Dave Dangler vio más que un número: miró el cuerpo, el brazo, la entrega. Volvió a verlo con clima normal y concluyó que "merecía una segunda oportunidad". Ese viejo estilo de scouting nació un as.
2. La cirugía que lo redefinió
Su gran salto no llegó con velocidad, sino con inteligencia. La recuperación del tendón flexor en 2022 no fue sólo volver a lanzar: fue reinventar su arsenal. Ahora su cambio de velocidad causa más daño que muchas rectas de 100 mph. Todo gira en torno a esa bola, complicada de anticipar y devastadora en resultados.
3. Triple corona y un Cy Young indiscutible
2024 fue un año donde reescribió su historia: 18 victorias, 228 ponches, 2.39 de ERA, lideró las Grandes Ligas en esos tres apartados —esa rara Triple Corona— y se convirtió en el primer lanzador completo en lograrlo desde el 2011. Terminó como Cy Young unánime.
4. Dominio fuera de casa, dominación total
Esto no fue un tiro de suerte. Skubal logró algo casi inédito en la era moderna: tres aperturas consecutivas como visitante con 10+ ponches y 0 bases por bolas, algo que solo Clayton Kershaw había logrado en 2016.
5. Performance que sigue subiendo
En 2025, su impacto superó incluso al año anterior. Lidera la liga con un WAR de 4.9, un FIP de 1.91, WHIP de 0.815, 11.6 ponches por 9 entradas y más de 10 strikeouts por cada base por bolas. Él no se conforma: mejora.
6. El arte de combinar su arsenal
Skubal no intimida solo por su velocidad (su recta promedia 95-96 mph), sino porque cada pitcheo parece diseñado para preparar al siguiente. Abre con una four-seam alta para provocar swings tardíos, baja el ritmo con un cambio devastador que se hunde tarde, y remata con un slider afilado hacia adentro de los derechos. Alterna curvas suaves para cambiar el ojo del bateador y no teme repetir el mismo lanzamiento si detecta debilidad. Su secuencia ideal engaña al rival no por la sorpresa del pitcheo, sino por el momento exacto en que lo suelta.
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