1908 fue un año de gran importancia para la política de Cuba. La segunda ocupación de los Estados Unidos estaba empezando a aflojar con la elección de José Miguel Gómez en noviembre de ese año, lo cual terminó derivando en la salida completa de las tropas estadounidenses de la isla en 1909.
Pero las tropas de paz no sólo eran unidades de influencia norteamericana en Cuba para ese entonces. Los equipos de las Mayores visitaban constantemente la isla para medirse con los jugadores estelares de la Liga Cubana, llevando la diplomacia al diamante.
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Fue en este contexto que José Méndez hizo una imponente entrada a la historia del béisbol.
El diestro de 5-pies-10 (1.78 metros) de altura era más bajo que el lanzador promedio de la actualidad en las Mayores. En su arsenal tenía la “recta engañosa” y una “curva con un rompimiento pronunciado”, según su placa en el Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown, Nueva York.
Con esas herramientas, Méndez tuvo números impresionantes en su temporada de debut con el equipo de Almendares en Cuba. En 13 juegos (siete aperturas), tiró 75 episodios y permitió sólo cuatro carreras limpias para una efectividad de 0.48, según Seamheads.com -- suficiente para una impresionante ERA+ de 590. El club le dio a Méndez la bola más seguido en la siguiente temporada, cuando el serpentinero lideró la liga en innings lanzados (235), efectividad (0.80), ERA+ (290) y ponches (157, 75 más que el lanzador que terminó en el segundo lugar).
Su primera probada en las Mayores fue contra los Rojos de Cincinnati, que visitaron Cuba a finales de 1908. Vencer a un conjunto de Grandes Ligas no sólo fue una prueba de lo fuerte que era el béisbol cubano luego de ser el primer deporte que llegara la isla a mediados del siglo 19, sino también fue orgullo para los habitantes de la isla.
Méndez estuvo a la altura del compromiso. Enfrentó a los Rojos en tres ocasiones entre noviembre y diciembre de ese año, con un común denominador en las tres presentaciones.
13 de noviembre: 9 IL, 0 CL
29 de noviembre: 7 IL, 0 CL
3 de diciembre: 9 IL, 0 CL
Ese dominante período representó apenas una parte de lo que hizo Méndez ante los ligamayoristas. La leyenda del “Diamante Negro” se crecía cada vez que enfrentaba a un equipo de las Mayores, algo que hizo en 24 ocasiones entre 1908 y 1913.
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Méndez levantó elogios de varios ligamayoristas, como el receptor de los Atléticos de Filadelfia, Ira Thomas, quien le dijo lo siguiente a Baseball Magazine: “No sólo es mi opinión, sino la de muchos otros que han enfrentado a Méndez. Está entre los mejores en el juego. No creo que esté a la altura del [miembro del Salón de la Fama] Walter Johnson, pero no está muy lejos”. El 12 de enero de 1914, el Philadelphia Inquirer tituló un trabajo de béisbol hecho en la isla con el sobrenombre que se le había dado a Méndez: “El Blake Mathewson cubano”. En dicha historia Mathewson, quien enfrentó a Méndez tres veces y lo derrotó en una ocasión, llamó al as cubano “un gran lanzador”. El manager de los Filis, Hans Lobert, lo calificó como “una maravilla”.
Sin embargo, Méndez no volvería a enfrentar a un equipo de Grandes Ligas después de 1913 y tuvo que reinventarse como jugador. Las lesiones en el brazo comenzaron a afectarlo en 1914 y durante los siguientes cinco años no pudo pasar de las cinco aperturas en ninguna temporada. Méndez se movió a otra posición importante, el campo corto, pero la magia nunca llegó a ser la misma. Tuvo períodos en los Estados Unidos con los equipos de la liga All Nations, Los American Giants de Chicago y los Stars de Detroit, aunque tuvo resultados mixtos.
Pero en 1920 Méndez se mudó a Kansas City para dejar su huella en la historia de las Ligas Negras.
La Ligas Negras apenas habían iniciado ese año y Méndez firmó para ser manager y jugador, un puesto común para ese entonces. Bajo su mando, los Monarcas nunca tuvieron récord perdedor y el equipo alcanzó su mejor momento cuando el cubano empezó a recuperar la salud en su brazo derecho.
Luego de pasar sus primeras tres temporadas en el medio del diamante, Méndez regresó a la lomita en 1923 para lanzar 138.2 entradas – su mayor cantidad en 12 años -- y llevó a los Monarcas al primero de tres banderines consecutivos de la Ligas Negras.
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El tercer banderín envió a Méndez y a los Monarcas a la Serie Mundial de Color inaugural en 1924, instancia que llevó al estelar cubano a convertirse en una leyenda en las Ligas Negras. La serie al mejor de nueve juegos entre Kansas City y Hildale, campeón del Este, requirió del máximo de encuentros, necesitando incluso un décimo compromiso, debido a que el Juego 3 fue decretado empate producto a la oscuridad.
En los primeros nueve partidos, Méndez--quien supuestamente venía lidiando con problemas en el brazo--acumuló 10 episodios desde el bullpen y se llevó el triunfo en el Juego 7. Con el campeonato en juego e ignorando las recomendaciones médicas, Méndez abrió el Juego 10. Tuvo un duelo con Scrip Lee de Hildale en el que ambos equipos llegaron a la séptima entrada en blanco. Lee fue el primero en pestañear, permitiendo cinco carreras en la octava. Méndez culminó una blanqueada de tres hits que le dio a Kansas City su primer título.
Méndez continuó jugando con los Monarcas hasta 1926 y luego salió del béisbol asociado, pero dejó un legado de haber ganado los juegos importantes.
Como muchos otros grandes jugadores de las Ligas Negras a comienzos de los 1900, el cubano hubiese podido tener una excepcional carrera en Grandes Ligas, de no haber sido por el racismo que había en los Estados Unidos. Como se lamentó Mathewson: “Qué lástima. El color lo aleja de los equipos de Grandes Ligas en los Estados Unidos. Si fuera blanco o indio, sería una estrella de inmediato”. Ese pensamiento es respaldado por sus números. Méndez tuvo efectividad de 1.85 ante equipos de las Mayores, casi un punto mejor del que tuvo en las Ligas Negras (2.73).
Méndez nunca tuvo la oportunidad de demostrar sus talentos en las Mayores. Pero en el 2006, fue exaltado en el Salón de la Fama como “el primer jugador nacido en Cuba en la era previa a las Ligas Negras”. Sigue siendo una figura fundacional para los jugadores cubanos actuales que dejan su marca en las Mayores.
Jake Crouse es reportero/editor para MLB.com con base en Pittsburgh.
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