Alfredo Álvarez/Especial para Las Mayores
Dicen que en la vida nada es perfecto, pero existió un jugador de los Yankees de Nueva York que por momentos daba la impresión de serlo, al menos en un terreno de béisbol. Fuera del mismo, Mickey Mantle tenía tus fallas como todos nosotros en la vida, pero dentro de las rayas de cal, “El Cometa Comercial” como le llamaban, fue sencillamente extraordinario.
No solo fue Mickey el mejor bateador ambidextro de todos los tiempos en las Grandes Ligas, sino que las hazañas de Mantle, son todavía historias que se cuentan y muchos se quedan con la boca abierta mientras las escuchan.
Desde muy pequeño Mickey estaba destinado a ser pelotero. Su padre era tan apasionado al juego que llamo a su hijo con ese nombre en honor a su jugador favorito de la “Gran Carpa”, el receptor Mickey Cochrane y fue en los campos de Spavinaw, Oklahoma, donde Mantle también aprendió a batear a las dos manos por deseos de su papá. A pesar de tener una relación compleja con el mismo, fue este quien durante la primera temporada del astro Yankee, en ese entonces jugando con el número 6 en su espalda, viajó a buscar a su hijo que lo llamó llorando, pues había sido enviado a las menores por su bajo rendimiento.
La presión de ser el sucesor de DiMaggio era increíble y fueron las palabras de su padre las que inspiraron a Mickey a esforzarse por regresar y una vez lo hizo, donde por cierto volvió con el número 7 en su franela para hacerlo inmortal, el resto de la historia se volvió leyenda.
Tres fueron los premios al Jugador Más Valioso (MVP), cinco las veces que fue líder en carreras anotadas, cuatro los títulos jonroneros en la Liga Americana, cinco las que encabezó el departamento de bases por bolas, quedando también una vez líder en impulsadas y otra en triples. Los liderazgos individuales fueron más, pero el mayor de todos era con el público, que lo amaba como a pocos Yankees en la historia.
“A veces parece”, decía Roger Maris, “que solo tienen espacio para un pelotero en sus corazones”, argumentaba el slugger que en 1961 consiguió la histórica marca de 61 batazos de vuelta completa.
Sus 18 ilustres años vistiendo una sola camiseta en el beisbol, fueron empañados por lesiones. Muchas de las cuales ni se hacían oficiales pues Mickey jugaba lastimado y no decía nada. Mas de 600 juegos perdió Mantle por diferentes molestias. Muchos alegan que “no se cuidaba lo suficiente”, pero a pesar de llevar una vida nocturna en los bares y clubes de New York, siempre era de los primeros en entrenar y en llegar al estadio, el problema era que muchas veces esas malas noches le pasaban factura.
¿A dónde hubiera llegado Mickey?
Sólo queda especular. Pero los 536 jonrones, las 1,509 remolcadas, los 2,415 hits y el .298 de bateo, nos dan una idea de la estrella que fue. ¿Hubiese dado 3,000 hits? ¿Hubiera pegado 700 bambinazos? ¿Era Mickey el indicado a romper la marca de Babe Ruth y no Maris? Preguntas que quedan en el que hubiera sido.
Algunos héroes no son perfectos, pero siguen siendo héroes.
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