martes, 1 de febrero de 2022

El vuelo bajito de las Águilas del Zulia

 

EL EMERGENTE. El vuelo bajito de las Águilas del Zulia

Luis Amaro / Foto Águilas del Zulia

EL EMERGENTE

Por Ignacio Serrano

Las Águilas del Zulia vuelven a ser noticia. Aunque inactivo desde la víspera de Navidad, el equipo occidental parece estar a las puertas de un golpe de timón, un cambio de mando. Y todo esto, cuando se cumple ya un mes de su salida del campeonato en la LVBP.

Luis Rodolfo Machado, presidente de los rapaces, anunció la desincorporación de Luis Amaro del área deportiva. El veterano directivo reasumirá el control en todo lo relativo al roster y al manejo del día a día. Y anuncia el regreso de la figura del asesor de la presidencia, que en su momento estuvo en manos de Jorge Urribarrí.

Lo hace justo cuando el propio Urribarí deja a los Tigres de Aragua y revela en Twitter que ya tiene un equipo con el que trabajar en la 2022-2023, sin que se sepa si regresará a su antiguo puesto o si derivará hacia otra divisa.

Pero eso es lo de menos. Porque la sola noticia que ha revelado Machado permite dar el pistoletazo de salida al necesario análisis y balance de lo hecho por las Águilas al mando de Amaro y su reciente actuación en la justa que acaba de terminar.

Está claro que este fue un mal torneo. Los resultados no avalan otra conclusión a priori. Zulia fue uno de los tres eliminados. De hecho, ocupó el último lugar hasta pocos días antes del fin. La afición quedó decepcionada, lógicamente. Y es de suponer que la directiva y los propietarios también. Incluyendo al propio Amaro.

Hay algo que resaltar, sin embargo. Los occidentales no se echaron a morir después de perder toda opción matemática. Jugaron todavía más duro que en el resto del campeonato, parece mentira. Recibieron la visita del Magallanes y Caracas, y viajaron luego a casa de Lara. Los tres peleaban por las primeras dos posiciones de la tabla y necesitaban ganar. Pero los aguiluchos se llevaron 6 de 7 victorias. Bien por ellos.

Ese pundonr deportivo merece aplauso y debería ser motivo de orgullo para la afición.

Ahora bien, ¿qué les quedó en definitiva, como cosecha?

Amaro fue responsable principalísimo en la más reciente conquista de los zulianos. Aquel título de la 2016-2017 llegó por su acierto al realizar cambios claves con otros equipos. También por la estructuración de un sólido cuerpo técnico alrededor del manager Lipso Nava. Y, claro, por el punto de madurez que alcanzó esa nómina criolla, encabezada entonces por Freddy Galvis y Silvino Bracho.

Desde entonces ha ocurrido un declive. Al principio fue muy lento. Los alados compitieron hasta la 2019-2020, aunque no lograran la corona. Fueron eliminados en la 2020-2021, pero con mejor récord que tres de los cuatro elencos de la división central. Y ahora quedaron fuera de manera incontestable.

No es una racha comparable a la de los Tiburones. Pero requiere atención.

La mayor preocupación debería estar en el roster. Hay mucho talento firmado en la organización. Pero en su mayoría se trata de jóvenes que empiezan a recabar experiencia.

Buena parte de esos prospectos estuvo ausente o se mostró muy poco. Pero cuando alguno de ellos recibió el chance, ya con el destino decidido, el resultado fue prometedor. Hablo en particular de Carlos Betancourt y Giussepe Velásquez.

Lo ideal habría sido que en una campaña como esta, otros como ellos tuvieran su alternativa. Pero al menos tanto Betancourt como Velásquez dejan un buen sabor en la boca.

El pitcheo mejoró. Pero ningún equipo, salvo Lara (3.59), puede sentirse contento con esas efectividades sobre 5.00 puntos. Sigue siendo un área a trabajar. Y aquí sí entra en juego la directiva, más allá de lo que decida el gerente deportivo de turno.

Las Águilas no tienen muchas opciones para esperar por la sangre nueva si la cuota de importados se mantiene en tres. Pero si además los importados son de bajo nivel, el riesgo aumenta. Pitchers como Braulio Torres-Pérez no están para esta liga. Aunque le fuera bien en el estadio Luis Aparicio.

El problema es cuando esos montículistas de características específicas salen del parque marabino. Zulia siempre jugará la mitad de su choques como visitante. Y en esos topes, los lanzadores que permiten muchos elevados y ponchan poco se convierten en fáciles víctimas. Aquí la fórmula no funcionó. Y el margen de error fue menor.

Tiene razón esta novena en considerar que la cuota de importados de la LVBP debe cambiar. Es verdad que los dos clubes afectados por la OFAC requieren compensación. Pero otros en proceso de reconstrucción, como este, también sufren consecuencias. Los rapaces necesitan tiempo para desarrollar a sus nuevos talentos, pero del mismo modo requieren una inyección extranjera que les permita ser competitivos, al menos por ahora.

Por supuesto, para eso es necesario buscar forasteros de alto nivel. Y eso tiene un costo que la directiva debe estar dispuesta a asumir. Magallanes, Lara y Aragua son ejemplos a seguir.

El cuerpo de lanzadores está en construcción. Y necesita paciencia: fortalecerse con extranjeros y dar tiempo a la generación de relevo. Pero el lineup también es un asunto de preocupación.

Solo los Tiburones anotaron menos carreras que las Águilas. Eso ocurrió, a pesar de contar con los veteranos Ángel Reyes, Alí Castillo, Alex Romero, Héctor Sánchez, José Briceño y Humberto Arteaga. Algunos de ellos tuvieron una producción muy por debajo de lo esperado. ¿Qué va a hacer la nueva gerencia?

Un camino pudiera ser acudir al mercado, sin complejos. Utilizar a algunos de esos jugadores hechos y adquirir peloteros más jóvenes. Asumir un proceso de largo plazo. O entregar talento emergente para conseguir más jugadores de experiencia. Ambos caminos funcionan. Cardenales ha hecho lo primero. Los Navegantes se han visto obligados a lo segundo.

Otra vía sería apostarlo todo por las nuevas hornadas. Hay capacidad latente en muchachos como José Herrera, Kenedy Corona, Osleivis Basabe, Simón Muzziotti, Jackson Chourio e incluso Luis Basabe o Malvin Matos Jr.

El principal sinsabor que dejó el Zulia esta vez probablemente haya sido el no haber apostado por lo uno ni por lo otro. Y como la mezcla de edades no resultó, la tabla de posiciones habló.

Por eso necesita conseguir un proyecto. Y darle el equipo a un líder que sea capaz de llevarlo a la práctica. Eso existía hace poco más de un lustro. Pero salir de Nava, Wilson Álvarez y Lino Connell, aquel eficaz cuerpo técnico de la última corona, dio inicio a este período incierto.

Allí empieza todo. Definir qué es lo que se quiere y apostar con fuerza en esa dirección. Eso requiere plantear un proyecto tan claro como el que hace seis años encabezaban Amaro y Nava, y que, lamentablemente para las Águilas, terminó mucho antes de lo que debía haber terminado.

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