domingo, 23 de noviembre de 2025

Se presentaba para liquidar

Manny Mota.
Incluso el nombre suena como una palmadita silenciosa en el hombro en lugar de un titular gritado por todo el estadio. Nunca fue el tipo que entraba en el vestuario y dejaba atónitos a todos. No lo necesitaba. Mota se comportaba como alguien que entendía que el béisbol no siempre se trata de las estrellas en la marquesina; a veces se trata del hombre que espera en las sombras, estudiando al lanzador, ensayando un swing que quizás solo use una vez esa noche.


Si veías béisbol el tiempo suficiente, aprendías una verdad simple: cuando Mota se levantaba de la banca y se apretaba los guantes de bateo, sentías una oleada de expectativa. No era ruidosa. No era llamativa. Era de esas silenciosas, de esas que te hacen inclinarte un poco hacia adelante, preguntándote si el juego está a punto de inclinarse.
La mayoría de los jugadores forjan su leyenda como abridores. Necesitan 150 juegos, 600 turnos al bate, un ritmo diario. ¿Pero Mota? Escribió su historia en fragmentos: un bateador emergente por aquí, un sencillo al final de la entrada por allá, un momento fugaz pero que se quedó grabado en la memoria. Quizás por eso su promedio de bateo de .304 resulta casi romántico. No solo estaba bateando; estaba respondiendo a una llamada. Frío desde la banca. En las últimas horas del partido. La presión ya se sentía en el aire.

¿Y cuántas veces lo hizo? Tantas que su nombre prácticamente se convirtió en sinónimo de bateo emergente. Ni siquiera pensabas en él como abridor, en realidad no. Recuerdas la chaqueta del dugout, la expresión tranquila y esa sensación de que si alguien podía abrir una entrada apretada con un solo swing, era él.
Pregúntale a diez aficionados sobre el mejor jugador de banca en la historia de la MLB y encontrarás debates, nostalgia y estadísticas como fichas de póquer. Pero si le preguntas a alguien que vivió esos equipos de los Dodgers, o a alguien que se enamoró del béisbol a través de las transmisiones de radio nocturnas, es probable que sonría un poco y diga, casi instintivamente: "Manny Mota". Porque algunas leyendas nacen bajo los focos. Otras se forjan en los momentos que nadie más deseaba: los que más importaban.   ⚾🏟️🧢

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