Hoy, el béisbol cubano llora la partida de uno de sus más grandes exponentes: Armando Capiró, quien falleció a la edad de 77 años en su ciudad natal, La Habana. Con su partida, el deporte nacional pierde a una de sus figuras más queridas y admiradas, un hombre cuya carrera marcó un hito en la historia del béisbol cubano.
Capiró nació el 22 de marzo de 1948 en la capital cubana y desde joven demostró su pasión y destreza por el béisbol, deporte al que se entregó por completo. Con su inconfundible elegancia al bate y su agilidad en el campo, se convirtió en uno de los peloteros más destacados de la Serie Nacional de Béisbol, dejando una huella imborrable tanto en los aficionados como en sus compañeros de equipo.
Durante su carrera, que abarcó varias décadas, Armando Capiró jugó para el equipo de Industriales, el más representativo de La Habana, y fue parte de una generación dorada del béisbol cubano. Su habilidad para conectar hits en momentos clave, su capacidad de adaptación en el campo y su profundo conocimiento del juego lo convirtieron en un referente para muchos jóvenes que aspiraban a seguir sus pasos.
Más allá de sus logros deportivos, Capiró fue un hombre de principios. Siempre se caracterizó por su humildad, su respeto a la tradición del béisbol y su amor por Cuba. Su entrega al deporte fue incuestionable y su espíritu competitivo nunca flaqueó, sin importar las dificultades que pudiera enfrentar.
A lo largo de su vida, Armando Capiró recibió innumerables reconocimientos, tanto en Cuba como en el extranjero. Fue una figura clave en la selección nacional de Cuba, y su participación en los equipos que defendieron los colores de la isla en eventos internacionales dejó claro que su legado trasciende más allá de los estadios nacionales.
Capiró también fue mentor de generaciones de peloteros cubanos, transmitiendo sus conocimientos y su pasión por el béisbol a los más jóvenes, contribuyendo al desarrollo de este deporte en la isla. Muchos recuerdan sus consejos, sus palabras de aliento y, sobre todo, su ejemplo de dedicación y esfuerzo.
En su última etapa de vida, aunque alejado de los diamantes, nunca dejó de ser un símbolo del béisbol cubano, y su nombre siempre será sinónimo de entrega, talento y amor por el juego.
Armando Capiró, el "Caballo de Hierro" como lo apodaron, deja un vacío imposible de llenar en el corazón del béisbol cubano, pero también un legado eterno. Su familia, amigos y miles de aficionados lamentan profundamente su partida, pero también celebran la vida de un hombre que dio lo mejor de sí por su país y por el deporte que amaba.
Que Dios te tenga en su memoria, Armando Capiró, un eterno campeón.
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